Capítulo 7

4K 651 141
                                    

El resto de la semana es complicado. Mi casillero lo encuentro repleto de notas cuando es la hora del receso; algunas notas son de ánimo, otras cuántas son de burla, pero las peores son las que cuestionan la identidad de mis crush. Algunas señalan a Fabrizio, claro, el muy idiota es el crush de media escuela, supongo que caí en las redes como todas las demás. Otros señalan a la estrella de soccer Jafet Villanueva (¿en serio? Antes me muero), algunos cuestionan por gente que ni conozco. Es desesperante, por mucho que trate de ignorar y tirar las notas a la basura, es difícil, pues aunado a ello, nunca faltan las risas burlonas y los murmullos misteriosos.

¿Hay algo peor que tu crush se entere que fue tu crush? Sí, que toda la escuela y gente de internet se entere.

El jueves fue tranquilo, no pasé mucho tiempo en biblioteca, pues la bibliotecaria se apiadó de mí y aceptó firmarme las dos horas de servicio comunitario cuando apenas hice una. Hace falta más gente como ella en el mundo.

El viernes por la mañana el director, con voz gangosa, da un aviso por el altavoz. "Los boletos para el baile de graduación están por terminarse, si algún alumno aun no adquiere su entrada, más vale que lo haga de una vez."

Tengo mi boleto, Demi me lo compró sin preguntar y se lo pagué porque sé que lo hizo en gesto de buena voluntad. Sin embargo, ganas de asistir al baile, no hay. La única amiga que vale la pena es Demi, ella es mi única amiga y no es que me lleve mal con los demás, al contrario, trato de ser lo más tolerante, agradable y carismática posible (eso sí, me gustaba pasar desapercibida). Bueno, eso antes del asunto del video, ahorita llego con mi expresión de odio al mundo. Falta poco más de un mes para el fin de esta época y cada día percibo menos voluntad para asistir.

Una vez que suena el timbre, me voy directo a la última clase: Cálculo. Hay dos profesores; una mujer y un hombre, la profesora tiene un ayudante llamado Abel, el inútil que me encontré en Delicia; por suerte para mí, tomo Cálculo con el profesor (pedí un cambio y gloriosamente me lo aceptaron). Así que es una fatídica sorpresa encontrarme con que el profesor llega en compañía de Abel al salón. ¿Qué hace aquí? Él ayuda a la profesora, no debería estar en esta aula.

Espontáneamente me escondo detrás de mi compañera que se sienta delante de mí: recargo la frente en el pupitre y murmuro una maldición. Aquella vez en Delicia el chico de ojos verdes me volteó a ver, pero no dijo una sola palabra, supongo que la presencia de André me salvó o tal vez simplemente no le importó. El asunto es que tuve una distracción y en este momento, seguro ellos dos serán el centro de atención. Muy bien, Brisa, concéntrate, solo hay que conservar la calma, no mirarlo y fingir que estás tan fresca como un salmón.

Saco mi cuaderno, un bolígrafo negro de punto fino y adopto actitud indiferente. Abel es un imbécil, no me gusta, no me agrada; sólo es un ser humano más que habita este mundo. Y con esa convicción, la mayor parte de la clase transcurre sin complicaciones. Excepto por la niñata que está al lado de mí que no para de lanzar miradas y juguetear estúpidamente con su cabello cada vez que Abel aporta algo a la clase. Es un imbécil y todo, pero hay que aplaudirle que es inteligente y que sabe cómo enseñar. Le entiendo más a él que al profesor, aunque Cálculo no me parece complicado.

A dos minutos de concluir la clase, el profesor tiene la espléndida idea de entregar los exámenes de la semana pasada. Y adivinen quien los entrega.

Abel pasa de fila en fila entregando los exámenes, dice en voz alta el nombre y el dueño se levanta para ir a descubrir la calificación. Espero impaciente mi nombre, después de esto podré irme a casa.

―Brisa Galetto

No puedo evitar sentir un escalofrío al oír de sus labios, mi nombre. No debería ser posible que después de todo este tiempo, el simple hecho de escuchar su voz ronca me haga sentir un burbujeo en el estómago. ¿Qué me pasa? Da igual, pasé más de medio año sin dejar que su mirada color esmeralda me desestabilizara (bueno, mayormente porque no lo veía casi nunca y si sí, era de lejos), puedo controlarme y demostrarme que todo está bien.

Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora