A quien deseé haber conocido mejor, pero no se dio la oportunidad.
Siempre me gustó hacer deporte, aunque eso ya lo sabes. Durante la secundaria probé todos los deportes posibles y aunque al inicio me agradaban y me motivaban, en poco tiempo me aburría. El último año de la secundaria, específicamente los últimos tres meses, mi madre me metió casi a la fuerza a natación ¿Quién diría que el deporte que nunca me llamó la atención se convertiría en lo que más me gustó durante la preparatoria? Yo no y tú tampoco.
Empecé como novata en el grupo de los niños, fue vergonzoso, pero me gustaba sentir el roce del agua sobre mi piel, así que aprovechaba cada minuto de clase. Sin proponérmelo, comencé a subir de nivel. Durante el verano me metí a clases privadas en una alberca de club y seguí mejorando. Cuando llegué a la preparatoria mi nivel deportivo no era ni de cerca lo suficientemente decente como para pertenecer al equipo, pero seguí intentando hasta que, a la mitad de primer año, me lucí en una competencia. El entrenador me aceptó en el equipo con la condición de que fuera constante y perseverante. Y así fue. Me empeñé tanto en mejorar pues jamás me perdí un entrenamiento, me rompía el alma en cuanto entraba a la alberca y logré destacar.
En ese entonces tú aun no llegabas al equipo, entrenabas en otro lugar, aunque asistías a la misma escuela que yo. Jamás oí hablar de ti, pero no te sientas mal, pues yo siempre preferí pasar desapercibida y que todos me pasaran desapercibidos; es parte de mi personalidad.
El problema con la natación fueron los compañeros; debido a mi rápida mejoría, tuve varios roces con algunas chicas. Además, nunca fui muy simpática. Llegó un momento en que me sentía apartada del equipo, notaba que varias chicas me ignoraban, aunque algunas también eran lindas conmigo.
En la escuela era la chica alegre que hablaba con quien quisiera hablarme, sin embargo, en los entrenamientos, poco a poco me aislaba. No me consideraría como tal amargada, pero sí un poco antipática.
Empezó el segundo año de preparatoria y con ello llegaste al equipo. A estas alturas ya no me da vergüenza admitir que en cuanto te vi, me pareciste la persona más atractiva que vi alguna vez en la vida. Ya ni el mariscal de campo que me tuvo loca por algunos meses. Las chicas no tardaron en revolotear a tu alrededor, sobre todo la nadadora estrella quien ni siquiera se dignaba a hablarme.
Durante las primeras semanas eras el tema de conversación en el vestidor de mujeres, una chica incluso dijo que si le pedías matrimonio aceptaría sin dudarlo ¿Quién se casaría a los diecisiete años con un tipo al que no conoce de nada? Ella.
Gracias a que la mayoría de las chicas te sobrevaloró, fui perdiendo el interés inicial que me causó el verte. Poco a poco fui encontrando defectos en tu físico, llegó un momento en que me di cuenta de que no eras un dios griego ni nada parecido; simplemente un chico común que sobrevive como puede a este mundo común. Y así, mientras tú te integrabas al equipo, yo me alejaba. Llegó un momento en que llegaba, saludaba, entrenaba y me iba; casi como si no existiera en el equipo. Excepto que lo hacía. Me encargué de que notaran mi presencia porque en una competencia a mitad de segundo año me coroné como la futura promesa deportiva. No sé si sepas esto, pero el entrenador me comentó una vez que, si seguía entrenando en la universidad, seguramente llegaría a Juegos Olímpicos.
Nunca fui la persona más agradable contigo; siendo sincera, no sé cómo fue el momento en que hablamos por primera vez. El primer recuerdo que tengo interactuando contigo es de una tarde en la que te fuiste temprano del entrenamiento. Entrenábamos en diferente carril, yo lo más alejada del tuyo, pero ese día llegué tarde y el entrenador me mandó hacia el mismo carril que tú. No hablé, no me hablaste, durante el entrenamiento bromeabas con un compañero y de vez en cuando te quejabas con una buena amiga tuya quien estaba en el carril de al lado.
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Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intento
Fiksi RemajaBrisa Galetto junto con sus compañeros de la preparatoria deciden, en su último año, hacer una cápsula del tiempo en la que guardarán algún objeto personal con el fin de que veinte años después, los alumnos de último año encuentren la cápsula y pued...