Capítulo 8

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El viento sopla con fuerza, siento el aire fresco en mi cuello. Los coches pasan a nuestro lado, las luces rojas y amarillas brillan por doquier. Antes de conocer a André, jamás me subí a una motocicleta, sobre todo porque mi madre se infartaría si me viera. Nunca está de más probar cosas nuevas. Recorremos las calles y avenidas y siento que estoy en un sueño, desde aquí todo se ve más colorido.

No pregunté a dónde íbamos, mi prioridad fue salir de casa de Jafet lo más rápido posible y evitar a David, Abel, Joelle y Fabrizio. No funcionó con los primeros dos, pero no encontrarme con los cuatro fue ganancia.

Llegamos a una avenida más transitada y André disminuye la velocidad. Las luces de los automóviles y los locales iluminan el pueblo. Es hermoso; la gente camina solitaria, en par o en grupo. Algunos se toman de las manos, algunos se molestan entre ellos; ríen, hablan, gritan, viven. Es viernes y por muy cliché que suene, el cuerpo lo sabe.

Nos detenemos en Delicia; no sé ni por qué me sorprendo, dijo malteada y aquí estamos. No hay aparcamiento para motos, pero encontramos un lugar entre dos coches separados, me bajo de un salto y me quito el casco. Mierda, olvidé amarrarme el cabello y ahora lo tengo todo enredado. Amigas y amigos, si tienen cabello largo; háganse una coleta antes de subirse a cualquier vehículo de dos ruedas. En el local solo hay una pareja joven al fondo y casi por la entrada hay un hombre de mediana edad tomando una taza de café. Es una vista triste, generalmente Delicia se llena de estudiantes y familias. Tal vez se trata de una mala racha.

André elige una mesa pegada a la ventana, buen lugar, se puede ver quien entra y quien sale. Aprovecho en lo que llega la mesera (no veo a Ruthy por ninguna parte) para enviar un mensaje a Demi. No tengo una solo llamada perdida de ella, ni siquiera un mensaje. ¿Qué está haciendo? Digo, porque seguro habrá notado que falta mi presencia. No debería sentirme decepcionada, tampoco celosa porque sí, hay una minúscula punzada de celos porque mi amiga se está divirtiendo tanto que no se ha dado cuenta que me fui. O tal vez le da igual que no esté ahí.

No es su culpa, ella también la ha pasado mal. Hemos sido amigas desde hace años y de repente, durante el último año, su amiga se vuelve distante, solitaria, poco habladora y desinteresada en lo que concierne la vida social. Ella sabe todo, me entiende, me apoya; pero no porque perdí mi interés en salir, Demi dejó de ir a fiestas, dejó su taller de teatro, dejó de convivir. Es una chica alegre, divertida y amigable, claro que tiene más amigos que yo; incluso conozco a algunos. Siempre estará para mí, pero no soy la única. Y está bien, es lo correcto, pero no se me quita la pizca de enojo por dejarme de lado.

Al menos André me encontró y qué mejor que en la fiesta a la vista de todos (sobre todo el inútil de David). Ahora que pienso en el joven nadador y atractivo, me pregunto quién será la chica alta y bonita. Debe ser su novia, es lo más lógico. Si reviso su perfil, mis preguntas obtendrán respuestas, pero no lo voy a hacer; quedé en pasar de él. Si dejaste de interesarte en alguien no revisas su perfil. Pero él escribió un ensayo de literatura con tu nombre. Oh, no, no, no. Ese camino solo me conducirá a los problemas. Aunque estuviera escrita la palabra Brisa con mayúscula, no significa nada. Pudo haber sido un error de dedo. Mierda, ¿a quién quiero engañar? Me carcome la curiosidad, no por nada fingí que su ensayo aun no estaba revisado.

Vale, no es momento de pensar en ese asunto.

―Bienvenidos a Delicia, ¿les tomo su orden?

La mesera está tan maquillada que parece un póster de película. Su cabello está peinado en un chongo, ni un solo cabello está fuera de lugar. Los labios color rojo brillante se arquean en una ancha sonrisa que parece de payaso; más que amigable, provoca miedo. Trago saliva, parpadeo y deshecho la imagen de ella abriendo la boca como una pitón para comerme de un bocado.

Cómo declararte a tu crush...sin morir en el intentoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora