Puedo sonreír

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Estaba sentado en las escaleras frías, de nuevo.

Sabia que se molestaría si lo veía esperándolo, pero quería verlo una vez a la semana despierto, si, estaría ebrio, pero mínimo caminaria, tal vez sea el ebrio Sakumo que está triste y se preocupa por su hijo, ese le gustaba, la ultima vez le dio de comer, tal vez hoy sea día del Sakumo alegre, tal vez sería un hombre cansado y malhumorado que no soporta ni verlo a él.

Se sentía nervioso, hoy fue un buen día, como siempre sobresalía en la escuela, este día fue entrega de calificación, era un diez cerrado, excelencia de 5to grado a pesar de su edad, como recompensa, su maestro Minato le compro un perro caliente, nunca había probado uno, intento ocultar el hecho de que se le derretía la boca, pero no lo logro y casi se le salen las lágrimas por el sabor.

Tenía su boleta en las manos, tenía la esperanza de que si le enseñaba sus excelentes notas, lo vería con mejores ojos y no como un estorbo.

Sabia que esto algún día lo mataría, estaba seguro, el alcohol era extremadamente dañino para su hígado, su páncreas, su estómago, su cerebro.. para todo él, pero sabía que no podía hacer nada para evitarlo, lo único que le quedaba era intentar salir adelante y sacarlo de este basurero. En su trabajo no le iba mejor, ganaba poco y lo poco que ganaba lo apostaba o gastaba en bebida.

Se sentía, raro al respecto, no lo comprendía y no tenía que hacerlo, era un niño, pero a veces le gustaría no hacerlo, quería ser un adulto e irse de todo esto, escalar era una de sus ambiciones.

Una de las puertas se abrió, era la 3B, claro, la molesta de Konan, era un chica que se tiñó el cabello de manera ridícula, morado, pero se burlaba de él por ser albino, era un chismosa.

-Kakashi.- Hablo con su típico tono de amargura.

-¿Qué quieres?.- Dijo sin voltear a verlo.

-¿Esperando a ese idiota?.- Pregunto sin pensarlo.

-¡Él no es idiota!.- Le grito la figura infantil.

-Por supuesto, háblame cuando ese machito te deje de golpear.- Rodo los ojos y Comenzo avanzar hacia su destino.

-¡Mi papá no me golpea! ¡Nadie me golpea!- Espetaba defendiendo a su padre.

-Claro, me lo creeré.- Dijo sarcástica.

-¡Eres un perra!.- Lo escupió con enojo mientras su ceño se fruncia y se balanceaba sobre si mismo mientras la peli morada se alejaba.

-¡Kakashi!.- Escucho un grito grueso detrás de él que lo obligo a voltear.

Era su padre, su padre estaba llegando desde el otro extremo del edificio, se veía cansado y enojado, pero no ebrio.

-Papá.- Se sorprendió y sintió un ligero brillo en sus ojos que lo hizo sonreír, el estaba sobrio.

-Kakashi, ¿Qué te e dicho de molestar a Konan?.- Pregunto molesto.- Sube a la casa por favor.- Decía con un tono malo.

El niño solo se contrajo un poco y estiró sus delgadas piernas para comenzar a caminar junto al hombre mayor. Iban a la par en los escalones, veía la mano de Sakumo moverse casi en un péndulo, la tentación de sujetarla con fuerza y apretarla era mucha, pero si lo hacía se enojara.

Caminaron hasta llegar al departamento viejo y casi vacío, primero entró Kakashi y después su padre, solo pasó al lugar y no movió mucho, vio a Sakumo poner unas bolsas sobre la mesa.

Tenia su boleta en sus manos y la apretaba con ansiedad, quería mostrarla y esperaba que este se alegrara, pero la fe es un grave sufrimiento, era como amar a un extraño en vano.

Descontrol ^ Kakayama Donde viven las historias. Descúbrelo ahora