Capítulo 1

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KRISTA

Termino de ordenar el último cajón y me dejo caer al suelo con un suspiro cansado mientras que le doy un vistazo a la habitación. Es pequeña, pero la mayoría de las residencias tienen habitaciones dobles y, aunque no me hubiera importado, prefiero muchísimo más tener esta habitación, que es individual. La cama es matrimonial y he quitado el horrible edredón café para reemplazarlo con uno blanco con almohadas a juego, el escritorio es de cristal y el armario es del tamaño justo. ¿Una desventaja? Sólo hay un baño comunitario al final del pasillo de cada piso, suerte que esta residencia es sólo para chicas. Muy anticuado, lo sé, pero no puedo quejarme del hecho de que podré bañarme sin mirar detrás de mi hombro cada cinco segundos. No soy de esas chicas que tiene el autoestima tan elevado como para poder desnudarme frente a cualquier chico.

Suena el timbre en mi habitación y me pongo de pie para contestar. Al entrar a la residencia, hay un elevador que te lleva al piso que desees, pero te deja en una pequeña sala de espera y ahí debes apretar el número de habitación para llamar y que te abran la puerta para darte paso a las habitaciones, eso va, obviamente, para los visitantes, las residentes tenemos tarjeta de pase.

-¿Quién?- Digo alzando la voz.

-No grites.- Escucho una risa al otro lado de la línea. -Se escucha perfectamente bien.

-Oh, lo siento.- Digo bajando mi volumen.

Aprieto el botón gris y comienzo a quitarme los zapatos para estar cómoda. Los estoy asentando en la zapatera cuando escucho la puerta abrirse, mi habitación es la número siete, así que no se camina mucho desde la puerta principal hasta la mía. Cierro el armario y me doy la vuelta para ver a tal creación.

Ethan es rubio con ojos marrones, tiene unos labios preciosos, se le forman hoyuelos cuando sonríe, no es bronceado, pero tampoco parece fantasma y, gracias al hockey de hielo, su cuerpo es bastante musculoso. A veces me recuerda mucho a ese actor que tanto me gusta, Ben Hardy, pero he aprendido a guardarme esas fantasías para mí porque a Ethan no le parece nada gracioso.

Empezamos a salir en el penúltimo año de instituto, así que este año será nuestro segundo aniversario. Ethan siempre ha estado en la cima de la cadena social, se podría decir que he ganado popularidad al estar con él y Ashley obviamente se unió al grupo desde el principio, yo era más solitaria hasta que él me acostumbró a abrirme a la sociedad.

-Hola, peque.- Dice con esa voz que me encanta.

Rodea mi cintura con los brazos y me planta un beso en los labios, luego baja la cabeza, mucho gracias a la gran diferencia de altura, y comienza a besarme el cuello. He besado a más chicos antes, claro, pero Ethan fue mi primera vez. Inclino mi cabeza a un lado y suelto un suspiro aliviado cuando siento sus labios contra mi piel. He estado horas ordenando mi habitación y esto es justo lo que necesito, pero le paso las manos por el cabello y lo aparto. No puedo evitar sonreír cuando gruñe y hace esa cara de sufrimiento exagerado.

-He quedado con Ashley para fumar un cigarrillo abajo.- Digo poniéndome de puntitas para darle un beso en la mejilla.

-Pero acabo de llegar.- Protesta.

-Y apuesto a que te has fumado uno de camino.- Lo miro y él hace una mueca mientras que asiente con la cabeza. -Entonces, ¿desde cuándo en esta relación uno tiene más privilegios que el otro?

-Bueno, ya.- Ríe. -Tampoco dramatices las cosas.

Hago una expresión facial fingiendo que estoy a punto de ponerme a llorar, así que Ethan pone los ojos en blanco, me toma la mano antes de colgarse mi bolso sobre un hombro y me guía fuera de la habitación.

Al llegar abajo, salimos al aire libre y vemos a Ashley sentada en una mesa con cuatro sillas bajo una sombrilla. La verdad es que la residencia es preciosa, sólo tiene cinco pisos con quince habitaciones en cada uno, pero el perfecto jardín verde que la rodea hace que parezca más grande de lo que es, los enormes árboles dan mucha frescura y las mesas y bancas para descansar dan un aire hogareño.

-Al fin.- Dice Ashley. -Estaba comenzando a pensar que se habían quedado a coger en la habitación.

Somos vecinas desde pequeñas y ha sido mi mejor amiga toda la vida, pero eso nunca ha evitado que me sonroje ante sus comentarios sin filtro.

-Ese era el plan.- Suspira Ethan, sentándose en una silla y dejando mi bolso sobre la mesa. -Pero Kris tiene sus prioridades.

-Vaya ternura que eres cuando estás celoso.- Dice Ashley, burlándose de él.

Le doy un beso en el cabello a mi amiga antes de sentarme en la silla. Abro mi bolso y saco la cajetilla que hay dentro, agarro un cigarrillo y lo enciendo con el encendedor que está junto a Ashley.

-Nunca me acostumbraré al hecho de que fumes los rojos.- Dice Ethan, sacando uno de la cajetilla que se trae en el bolsillo trasero del pantalón.

-Y yo nunca me acostumbraré al hecho de que fumes los que son para cobardes.- Digo con una sonrisa burlona mientras que señalo su cigarro blanco con la cabeza antes de darle una calada al mío.

-No son para cobardes.- Contradice. -Simplemente, los rojos son tan fuertes que deberían de estar prohibidos.

-Hombre, toca madera.- Dice Ashley, dando tres golpes en la mesa que, casualmente, es de madera.

-¿Listas para mañana?- Pregunta Ethan con el cigarro en la boca. -Les gustará el campus, es bonito.

Ashley y yo hemos llegado a Virginia ayer, sábado en la noche, pero Ethan ha llegado hace dos semanas para comenzar los entrenamientos de hockey y, aunque comenzará las clases mañana al igual que todos, ya ha tenido tiempo para explorar el territorio.

-Aunque estoy emocionada...- Comienzo.

-No me quiero levantar temprano.- Ashley termina mi frase con un suspiro agotado.

Los tres reímos y dejamos que Ethan nos cuente acerca de las instalaciones y su nuevo amado equipo de hockey.

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¡Nueva novela!
Aunque terminaré Segundo A Segundo pronto, he decidido intercalar mi tiempo entre esa y ésta. Ésta es más cliché, pero wenoo...

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