Capítulo 4

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KRISTA

Al fin es jueves, no es un día especial ni nada, pero ya se acerca el fin de semana y no puedo esperar para dormir hasta más no poder. Ahora me encuentro haciendo un ensayo sobre un caso que nos ha asignado la profesora, se trata de una niña de trece años que era violada y maltratada por su padre, la llegó a embarazar dos veces y le hacía tomar fuertes pastillas para abortar y, al final, ella lo mata. A mí me ha tocado defender al padre y estoy en blanco porque, ¡estoy en total de acuerdo con la niña!

Suelto un gruñido desesperado y me jalo los cabellos mientras que dejo caer mi cabeza sobre el teclado de la laptop, escribiendo letras sin sentido en el documento vacío. Sé que hay muchas otras maneras para detener cualquier tipo de maltrato, pero no puedo evitar ponerme en su lugar y sentir todo lo que ella debió de haber sentido, así que entiendo muchísimo que la rabia y el dolor hayan sido lo suficientemente fuertes como para reaccionar así, pero no, a mí me ha tocado abogar por el violador.

Abro otra ventanilla en la laptop y llamo a Ethan por videollamada. Contesta al cabo de un buen rato y, cuando su rostro aparece en la pantalla, me siento muy culpable.

—¡Lo siento!— Exclamo. —No sabía que estabas dormido.

La habitación está oscura y su rostro se ilumina únicamente con la luz de la pantalla que tiene de frente, tiene el cabello hecho un desastre y está intentando mantener los ojos abiertos. Con las clases y los excesivos entrenamientos, que yo creo son un abuso, apenas tiene tiempo para cerrar los ojos por un par de minutos.

—No te preocupes.— Dice con voz ronca y seca. —Ya tenía que despertar de todas formas.

—¿Por qué?, ¿a dónde vas?

Lo piensa dos veces antes de contestar.

—A ningún lado.— Forma una mueca. —Sólo no quería que te sintieras mal, pero dime, ¿qué pasa?

—¡La vida me odia!— Digo lanzando las manos al aire dramáticamente. —¿Cómo se supone que debo defender a un violador asqueroso y sucio? ¡No hay nada que defender!

—Pues yo estudio arquitectura, la verdad no sé que responderte a eso, pero puedo ir a hacerte compañía para darte apoyo moral.

Carajo, que buen novio tengo, ¿qué hice yo para merecerme a este ángel creado en los cielos exclusivamente para mí?

—Vente y ponemos una película para quedarnos dormidos a los cinco minutos.— Propongo.

—Pero, ¿y tu ensayo?— Dice bostezando.

—Mi ensayo puede esperar, sólo ven a hacer feliz a tu novia.

—Voy de camino.— Dice levantándose de la cama antes de terminar la llamada.

Unos veinte minutos después, escucho el timbre y aprieto el botón sin molestarme en preguntar quién es porque, obviamente, es él.

Entra a mi habitación y se deja caer en la cama y abre los brazos en el aire.

Me trepo sobre su cuerpo y lo abrazo con fuerza. Cierra sus brazos, atrapándome en su pecho y, al segundo, se queda dormido y, por consecuencia, yo hago lo mismo.

Cuando despierto, Ethan ya se ha ido, reviso mi celular y veo que ya son las seis de la tarde. Noto que tengo un mensaje, así que lo abro:

Ethan: peque, tuve que irme al entrenamiento, tqm.

Yo: ntp, yo más.

Miro la laptop que sigue abierta con el documento con las letras sin sentido que no he borrado y, para no sentarme a romper mi cabeza de nuevo, decido llamar a mi madre.

—Al fin, creía que ya me habías olvidado.— Responde al primer tono.

—Lo siento, mamá, he estado muy ocupada con las tareas. ¿Cómo está todo por ahí?

—Bien, Galletita te extraña mucho, ha dormido todas estas noches pegada a la puerta de tu habitación.

Y mi corazón se rompe. Galletita es mi gata, la encontramos en la calle cuando yo tenía once años comiendo una galleta sucia, he ahí su nombre. Desde entonces fuimos inseparables, no hay una noche en la que no haya dormido con ella en mi almohada y la extraño muchísimo, tanto que podría ponerme a llorar ahora mismo.

—Yo también la extraño un montón, si en la residencia aceptaran animales, la tendría aquí conmigo.

—No te preocupes, la estamos cuidando muy bien.

—¿Cómo está papá?— Digo comenzando a ponerme los zapatos mientras que mantengo el celular entre hombro y oreja.

—Ha comprado un libro nuevo y ha estado tomando café como loco para mantenerse despierto y poder leer hasta tarde.

No puedo evitar soltar una risa, mi padre es bastante gracioso. Es el típico padre que hace chistes malos, tiene un poco de panza y no mucho cabello, da muchísima ternura, así que es imposible no reírse al verlo o al escuchar sus tonterías.

—Que bueno que todo está bien. Oye, tengo que dejarte, hablando de café, no me vendría mal ir a comprar uno para terminar ese ensayo que me está matando.

—De acuerdo, cariño, ¡llama pronto!

—Lo prometo. Adiós, mamá, te quiero.

Termino la llamada y salgo de mi habitación para ir a la cafetería. Al llegar abajo, me encuentro con Ashley, que igual va saliendo.

—¿Vas a la cafetería?— Pregunto al llegar a su lado.

—Sí, mis tareas me tienen como loca.— Dice suspirando.

—Vamos en mi auto, igual me dirijo ahí.

—Dale, así podré contarte de mi nueva conquista.— Dice elevando las cejas con aire seductor.

—Ay, Ashley Bennet, nunca me cansaré de oír acerca de tus conquistas.— Digo suspirando.

Nos subimos a mi auto y emprendemos camino.

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