Capítulo 12

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Luke

Me despierto y la resaca me hace pegar un gruñido, no es tan fuerte, pero ahí está. Cuando me siento en la cama, noto que el otro lado está desordenado y, mierda, recuerdo todo lo que pasó ayer. La chica estaba buena y fue un buen sexo, claro está, pero la he dejado dormir aquí, lo que significa que he roto una de mis reglas. Lo que me sorprende es que ya se haya ido, mis amigos me dicen que las chicas siempre quieren tener esa mañana en donde los dos se miran a los ojos, recuerdan la maravillosa noche que han tenido y se enamoran, lo cual debe ser bastante incómodo, esa es una de las razones por las que no dejo que ninguna pase la noche aquí.

Me doy una ducha rápida, me visto y bajo las escaleras decidido a calmar el dolor de cabeza con un poco de comida. Al llegar abajo, veo a Zack entrando por la puerta principal, sin camisa y descalzo, pero con las llaves del auto en la mano.

—Y tú, ¿en dónde estabas?— Le pregunto, entrando a la cocina.

—He ido a dejar al amuleto de la suerte a su casa.— Dice siguiéndome.

Los chicos me han contado del famoso amuleto de la suerte del equipo, es primera vez en mucho tiempo desde que un jugador tiene novia, pero no presté mucha atención porque no podría importarme menos, sólo sé que es supuestamente guapa y muy buena onda.

—¿Te has cogido al amuleto de la suerte?— Digo riendo mientras que saco dos platos y los coloco en la isla de la cocina, me siento en una de las sillas altas y sirvo mis cereales. —Vaya suerte debe de dar si se ha metido contigo sabiendo que su novio está en el mismo equipo.

—No, nada de eso.— Dice Zack, sentándose junto a mí y haciendo lo mismo. —Te lo has cogido tú.

La cuchara se me cae al plato, haciendo un sonido sordo al chocar con la cerámica.

—¿Qué?— Pregunto, deseando que me diga que está jodiendo.

—Así es, te has cogido, nada más ni nada menos que, a Krista Parker, el amuleto de la suerte.

Mierda. Eso significa que la veré de nuevo y, por consecuencia, he roto otra de mis reglas. No contesto y me dedico a comer en silencio, pero Zack no cierra la boca.

—Se arrepiente muchísimo, ¿sabes? Le he prometido que tú y yo guardaríamos el secreto.

¿Se arrepiente? Ninguna chica se arrepiente de haber estado conmigo. Ninguna. Nunca. Jamás.

—Dudo mucho que esté arrepentida, debiste verla anoche.— Digo dando un bocado.

—No, Luke. En serio se arrepiente, se ha puesto a llorar en el auto, dime que guardarás el secreto.

—Y a ti, ¿por qué te importa tanto?

—Es una chica genial, me ha caído bien y, si hubieras visto su rostro, tú igual le hubieras prometido lo msimo.— Dice encogiéndose de hombros y empezando a comer.

—¿Quién es el desafortunado?

—Ethan Williams.

No puedo evitar reírme, tanto que siento la leche en la nariz. Es novia del listito del equipo, el que ha estado retándome indirectamente desde que llegó. Ethan Williams, estás acabado.

—Deben ser los de limpieza.— Dice cuando el timbre suena, poniéndose de pie para abrir.

—Williams.— Digo con felicidad, despeinando su cabello.

Nunca creí decir esto, pero al fin es lunes, el día que tanto he esperado y ahora me encuentro en los vestidores antes de que el entrenamiento comience.

Ethan me mira extrañado y también puedo notar que Zack se ha puesto nervioso mientras nos observa desde su casillero.

—Hola.— Dice sin más.

—He escuchado que tú tienes al amuleto.— Digo sentándome junto a él en la banca, mientras que le doy un empujón amistoso.

—Eh, sí, se llama Kris.— Dice poniéndose los patines.

—Yo escuché que se llama Krista.

—Bueno, sí, pero odia que le digan Krista, así que es sólo Kris.

—Y, cuéntame.— Digo apoyando los codos en las rodillas y la barbilla en las manos, fingiendo mucho interés, tal vez demasiado porque comienza a mirarme sospechoso. —¿Qué te ha hecho decidir tener una novia siendo alguien que se puede tirar a dos chicas por noche?

—Es el simple hecho de que la quiero.— Dice mirándome fijamente, buscando algo que aclare sus sospechas.

—Eso y porque coge muy bien.— Digo encogiéndome de hombros.

Se pone de pie de un salto y cierra los puños a los costados, me mira con una ira terrible en los ojos y su pecho ha comenzado a subir y a bajar con rapidez.

—¿Qué has dicho?— Pregunta con los dientes apretados.

—Quiero decir, no sólo estás con ella porque la quieres, debe coger bien para que la relación funcione.— Su rostro se relaja, pero no lo suficiente. En su cabeza debe de estar aliviado al saber que no me he acostado con ella, pero obviamente sigue molesto porque sabe que lo estoy jodiendo a propósito. —Somos una familia, ninguno de aquí se acostaría con la novia de un hermano, lo juro.

Pongo una mano en el corazón y la otra en el aire, mirándolo con seriedad. 

—Princesas, ¡entren ya!— Se escucha la voz del entrenador.

Ethan bufa y sale de los vestidores con mala gana.

Debo admitirlo, será un entrenamiento interesante.

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