LUKE
Soy el chico más feliz del puto universo. En serio, estos últimos tres meses que he estado con Kris, descubrí lo que es la felicidad. Los dos hemos mejorado las notas que perdimos al estar sin el otro, ella y Ashley se han vuelto parte del grupo, por lo tanto, están en todas las noches de casino y los chicos se sienten genial al tener verdaderas amigas, aunque Ashton sigue tirándole la onda a Ashley sin éxito, incluso nos hemos unido más con los de primero, menos con Williams, que todavía no puede verme a los ojos. Williams es otro tema, él y Kris han resuelto las cosas y ahora son amigos, aunque siempre habrá un poco de incomodidad entre ellos, lo cual me encanta secretamente.
Me estaciono y apago el motor, luego miro a Kris, que está acomodándose el cabello en el espejo del auto con las manos temblorosas. Hoy he traído a Kris a conocer a mi padre por primera vez, ya que no habíamos tenido tiempo antes por las clases, y, aunque le he platicado muchísimo de ella, mi padre insistió en que vengamos a almorzar.
—Tranquila, le caerás genial.— Digo dándole un apretón en el muslo, que no ayuda para nada.
—No lo sé, no soy muy buena con los adultos.— Me mira con pánico.
—Verás que no es tan adulto como dice ser.— Le lanzo un guiño.
Suspira mientras asiente con la cabeza y yo rodeo el auto rápidamente para abrirle la puerta del copiloto. Caminamos con las manos entrelazadas hasta la puerta y, cuando estoy apunto de abrirla, Kris me detiene y me lanza una mirada autoritaria, luego pone la espalda recta y toca el timbre.
Pongo los ojos en blanco y espero impaciente a que mi padre abra la puerta, cuando a los tres segundos no lo ha hecho, lo hago yo y jalo a Kris hasta el interior. Mi padre se asoma desde la cocina mientras se seca las manos con un trapo viejo. Se me hace raro, muy raro, verlo con ropa de diario, ya que siempre, y va en serio, siempre tiene puesto su uniforme.
—Veo que la paciencia no es parte de la adolescencia.— Dice serio, haciendo que el cuerpo de Kris se tense y me apriete la mano con fuerza.
—Lo siento mucho, señor Davis.— Dice con el rostro rojo de vergüenza. —He tocado el timbre, pero Luke no ha podido esperar.— Me aprieta la mano más fuerte y me mira con una de esas miradas que dicen "hablaremos luego, pendejo".
Mi padre nos mira serio y luego se pone a soltar carcajadas.
—Pero ni siquiera tienen que tocar el timbre, ésta es su casa.— Dice mi padre con una sonrisa de oreja a oreja. —Y, por favor, dime Joe.
Jala a Kris con fuerza, obligándonos a soltarnos de las manos, la estrecha entre sus brazos y la sacude juguetonamente. Ella le devuelve el abrazo y, cuando mi padre la suelta, puedo ver que se ha relajado bastante.
—¿Tienen hambre?— Pregunta mi padre mientras nos guía a la mesa que está en el patio trasero.
—Siempre.— Gruño.
Cuando mi padre y yo almorzamos, siempre lo hacemos en el comedor y ni siquiera ponemos individuales debajo de nuestros platos, así que es entendible mi sorpresa cuando veo la mesa que tenemos de frente. Tiene un mantel blanco que da un aire fresco, los platos y vasos más elegantes de la vajilla, unas pequeñas flores recién arrancadas del jardín en el centro y millones de platillos diferentes en las ollas.
—¿Cocinaste tú?— Miro a mi padre mientras saco una silla para que Kris se siente.
—Claro que lo hice.— Responde con normalidad mientras se sienta en la cabeza de la mesa.
—Pero si tú no sabes cocinar.— Digo sentándome frente a Kris.
—La vecina me ha dirigido en todo.— Dice suspirando, luego se dirige a Kris. —Uno ya no puede fingir saber cocinar porque su propio hijo lo delata.
—Estoy segura de que está delicioso, porque así lo huele.— Dice ella sonriendo cálidamente.
—Eso hijo, fe, ¿no puedes tener esa fe en mí?— Dice mirándome.
—Lo siento.— Suelto una risa. —Lo intentaré.
Nos servimos la carne con arroz rojo y verduras en nuestros platos y jugo de naranja en los vasos. No comentaré que, normalmente, nuestros almuerzos consisten en comida a domicilio, más que nada pizza y hamburguesas, y soda, para dejar a mi padre tranquilo de jodas un rato.
—Mi hijo me cuenta que te quiere mucho.— Mi padre mira a Kris mientras se mete un bocado de carne a la boca. —¿Es cierto?
—Pues lo ha demostrado, debe serlo.— Asiente divertida mientras comienza a comer.
—Bueno, se ha tatuado tu frase favorita, aunque, ¿no crees que ha sido manipulación para que le dieras otra oportunidad?
Sabía que debí de delatarlo con el almuerzo cuando pude.
—¡Papá!— Reclamo.
—Quiero saber si la chica está haciendo lo correcto al estar contigo, porque yo tengo mis dudas.— Me mira divertido.
Esa es la relación que siempre he tenido con mi padre, nos jodemos el uno al otro y, como siempre, el que se molesta pierde y paga las cervezas. No puedo evitar sonreír porque puedo notar que Kris se está divirtiendo bastante al ver nuestras pequeñas discusiones de niños.
—Probablemente sí fue manipulación.— Contesta ella mientras los dos me miran sospechosamente. —Pero sé que estoy haciendo lo correcto.
—Eso quería escuchar.— Dice mi padre contento. —No quería volver a escuchar sus llantos de niña caprichosa por el teléfono de nuevo.
Kris suelta una carcajada tan grande, que casi se atraganta con el arroz, mi padre la iguala y así, mientras los dos se van conociendo y van hablando mierda de mí todo el almuerzo, me doy cuenta de que mi padre y esta chica me harán la vida imposible, pero carajo, los amo a los dos. Sí, definitivamente la amo.
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Secretos
Teen FictionKrista llega a su primer año de universidad junto con su mejor amiga y su novio. Todo pinta bien hasta que, en una fiesta, se le van las copas y termina acostándose con un desconocido. Decide dejar el error en el pasado y no decirle a nadie, pero es...