KRISTA
El dolor comienza a dar punzadas en mi cabeza, como si muchísimos cuchillos estuvieran atravesando mi cerebro o como si miles de martillos intentaran romper mi cráneo. Abro los ojos con un quejido y aprieto mi cabeza con las manos, pero el dolor no se va. De pronto, noto que el edredón que cubre la cama es gris y estoy segura de que el mío es blanco, cuando paso mis manos por mi pecho, me percato de que no tengo ropa, alzo las sábanas de un tirón, comenzando a asustarme, y estoy desnuda.
Mi cabeza sigue doliendo, pero me obligo a ponerme alerta, paseo la mirada por la habitación y, definitivamente, no es la mía. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda y más mierda.
Giro la cabeza con lentitud, con la esperanza de que esté alucinando, pero cuando veo el pecho musculoso y desnudo de este chico que duerme como si nada mal estuviera en el mundo, mis esperanzas se destrozan. ¡Mierda!
Salgo de la cama de un salto, comienzo a agarrar mi ropa que está tirada por todo el suelo y me visto lo más rápido que puedo, mi celular se ha quedado sin batería y no puedo ver la hora. Salgo de la habitación con las botas en mano y bajo las escaleras apresurada, pero intentando ser silenciosa. La casa está en completo silencio y, cuando llego al primer piso, hago una mueca de asco. Botellas rotas, el suelo pegajoso, vasos por todos lados y... De acuerdo, no tengo tiempo para esto.
Estoy apunto de abrir la puerta principal, hasta que una voz me frena en seco.
—¿Te vas tan pronto?
Giro la cabeza y veo a un chico sin camisa que bebe un vaso de agua con mucha tranquilidad. Se me hace conocido, pero... Ah, he jugado con él al beer pong, es... es Zack.
Nota mi incomodidad y frunce el ceño mientras que se acerca a mí.
—¿Necesitas que te lleve a algún lado?— Pregunta.
Claro que no quiero que me lleve a ningún lado, pero tampoco quiero regresar caminando y la verdad es que no sé en dónde está mi bolso, así que no tengo dinero para pagar un taxi.
—Si no es mucha molestia...— Digo incómoda, mirándome los pies.
—Y tú, ¿desde cuándo tan penosa?
Escucho el sonido de unas llaves y, cuando alzo la mirada, Zack se encuentra esperándome en la entrada con las llaves del auto en la mano, sólo lleva unos pantalones anchos deportivos y está descalzo.
—Oye, podré ser un caballero al ofrecerme para llevarte, pero no exijas tanto.— Dice cuando me atrapa mirándolo.
Suspiro y me subo al auto.
—¿Quieres hablar de ello?— Dice mientras conduce, pero yo sólo niego con la cabeza. —Vamos, todos tienen sexo casual en una fiesta, no tienes por qué sentirte así.
Lo miro y puedo sentir la culpa cargada en mis ojos, ahí es cuando el rostro le cambia por completo.
—¡Mierda, tienes novio!— Dice, pero luego comienza a carcajearse como si fuera el mejor chiste que se ha inventado en la historia.
—No da risa.— Digo intentando parecer molesta, pero la voz se me corta y, de pronto, comienzo a llorar.
—Vamos, Kris, no llores.— Dice Zack, pero su consuelo sólo me hace llorar aún más. —¿Qué te parece si vamos por un café, así te quitas el dolor de cabeza que debes tener y alargas un poco el tiempo de llegar a tu residencia y enfrentar lo que ha pasado?
Mi respiración comienza a calmarse, pero las lágrimas siguen saliendo y el corazón me duele muchísimo, me arde como si hubiera bebido ácido y todo dentro de mí se estuviera derritiendo.
—De acuerdo.— Logro decir.
Llegamos a una pequeña cafetería y, mientras yo me siento en una mesa, Zack va por los cafés y sí, sigue sin camisa y zapatos. Cando llega, se sienta y desliza dos pastillas sobre la mesa.
—Te ayudará con la resaca.— Dice entregándome el café.
Me tomo las pastillas y me arrepiento de no haber esperado a que el café se enfriara un poco cuando me quemo la lengua y la garganta.
—¿Con quién ha sido?— Pregunta. —Si es que quieres hablar del tema, claro.
—No recuerdo su nombre.— Digo avergonzada. —Cabello marrón, tiene un gato.
—Mierda, ha sido Luke.— Dice dándole un sorbo a su bebida.
Luke, sí me suena el nombre. De pronto mi mente viaja a cuando lo vi por primera vez, en la mesa del campus, con la chaqueta. ¡Mierda por dos!
—¿Juega en el equipo?— Ya sé cuál es la respuesta, pero hay una mínima posibilidad de que me diga que no.
—Es el capitán.
—Mierda.— Susurro, dejando caer mi cabeza en la mesa.
—Oye, esas cosas pasan. La verdad es que he visto chicas con novio salir de la casa en las mañanas sin mostrar el más mínimo arrepentimiento. Créeme que noto tu arrepentimiento, así que fue un error, no volverá a pasar, listo.
—¿Estás diciendo que...?
—No le digas.— Dice encogiéndose de hombros.
—Carajo, Zack, ¿cómo no voy a decirle?
—Escucha, Luke jamás diría que se acostó contigo, ni a nosotros nos dice nombres, cree que eso es de idiotas, yo tampoco lo diré y, si crees que de verdad fue un error, no sientes nada por Luke y no se repetirá, ¿por qué decirlo?
—¿Por qué sentiría algo por él?— No puedo ni pronunciar su nombre.
—Muchas chicas quedan enamoradas después de tener sexo.
—Eso no es amor, es deseo sexual.
—¿Psicología?— Dice alzando la ceja.
—Derecho.— Corrijo.
Cambiamos de tema y evitamos hablar de Luke, de la fiesta, de Ethan, nos concentramos en hablar de nuestras carreras hasta terminar el café y luego me deja en la puerta de mi residencia. Le doy las gracias y me bajo del auto, pero baja la ventanilla y evita que yo siga caminando.
—Ya lo sabes, Kris, tu secreto está bien guardado con nosotros, será solamente tu decisión decirlo.
Intento sonreír, pero se me forma una mueca, asiento con la cabeza y sube la ventanilla mientras que se aleja a toda velocidad.
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Secretos
Teen FictionKrista llega a su primer año de universidad junto con su mejor amiga y su novio. Todo pinta bien hasta que, en una fiesta, se le van las copas y termina acostándose con un desconocido. Decide dejar el error en el pasado y no decirle a nadie, pero es...