KRISTA
Tiene el cabello en un look tipo "me acabo de levantar de la cama, pero siempre me veo bien" y está tan guapo como siempre. Mierda, no. No está guapo. No, no, no y no.
—¿Qué talla calzas?— Pregunta casualmente.
—¿Qué?— Pregunto mirando la hora en mi celular para comprobar que no estoy loca.
—¿Qué talla calzas?— Repite.
—Siete, pero...
—Genial, le he atinado.— Dice más para sí mismo que para mí. —Vamos.
Me toma del brazo y comienza a sacarme de la habitación.
—¿De qué hablas?, ¿ir a dónde? Mis cosas...
—No necesitas cosas.
Antes de que pueda protestar, ya estoy en el elevador, aprieta el botón y, cuando nos ponemos en movimiento, se apoya en el elevador con los brazos cruzados de una manera muy relajante.
—Pero, ¿¡a dónde mierda vamos!?— Exclamo, pensando en mil maneras para salir de esta situación.
—Uy.— Dice mirándome serio. —Cuida esa boquita.
—Te juro que...
La puerta del elevador se abre y Luke no lo piensa antes de agarrarme del brazo y, prácticamente, lanzarme dentro del auto. Lo pone en marcha y comienza a alejarse a toda velocidad de mi residencia, tanto que me pongo el cinturón de seguridad, lo cual lo hace reír.
—Luke, de verdad no podemos hacer esto, tengo novio y he cometido un error, pero yo...
—¿No podemos ser amigos?— Pregunta mirándome.
Bajo la mirada y me sonrojo porque no esperaba esa respuesta. ¿Qué creía?, ¿que me diría que quiere repetir lo que ha pasado el viernes?, ¿que no ha dejado de pensar en mí igual que yo no dejo de pensar en él? Y si fuera así, ¿volvería a caer?
—No creías que íbamos a...— Deja la frase en el aire.
—Claro que no.— Bufo, recuperando la postura. —Pero sea lo que sea, no podemos, no quiero que nos vean juntos.
—Oh, claro que podemos.— Dice con una sonrisa pícara. —No deberíamos, pero sí que podemos.
—Sabes que a esto se le llama secuestro, ¿verdad?
Suelta una carcajada justo cuando estaciona el auto y, cuando apaga las luces, todo se vuelve oscuridad. No hay luz alguna en la calle y puedo ver un edificio delante de mí, pero está igual de oscuro.
—¿En dónde estamos?— Pregunto bajándome del auto.
Llega a mi lado y me toma de la mano, mi cuerpo se tensa y sé que lo ha notado cuando dice:
—Es sólo para que no te caigas.
Suelto un suspiro y dejo que me guíe. Caminamos bastante y, de pronto, las luces se prenden y tengo delante de mí una pista de hielo que es rodeada por un cristal, miles de asientos van hasta el techo y yo estoy junto a unas bancas.
—Aquí gané mi primer partido.—Dice con orgullo, mirando a la pista.
—Y, ¿qué hacemos aquí?— Pregunto mirándolo.
Busca en la mochila que no me he dado cuenta de que tenía y saca un par de patines color blanco.
—Vamos a patinar.
—No, ni loca.— Niego con la cabeza. —Me caeré y quedaré inválida.
—¿Siempre eres así de dramática?
Puede que haya sonado un poco exagerado, pero Ethan siempre me ha dicho que es mucho más difícil de lo que parece.
—Además, me voy a congelar.— Digo mirando mi blusa de manga corta.
Sin pensarlo, se quita la sudadera con capucha negra y me la entrega, quedando con una simple debajo.
No debo hacerlo. No debo hacerlo. No debo hacerlo... Pero, ¡quiero hacerlo! Siempre he querido saber qué se siente. Lo dudo antes de suspirar y meterme la capucha por la cabeza, acción que Luke toma como luz verde porque me agarra de los hombros y me sienta en la banca. Cuando se arrodilla frente a mí, comienzo a sudar porque mi mente viaja a la noche del viernes, cuando tenía su cabeza entre mis piernas.
—¿Qué haces?— Tartamudeo.
—Te pondré los patines.
Me quita los tenis y los reemplaza con los patines, amarra los cordones con fuerza y luego se sienta a mi lado para hacer lo mismo con los suyos.
—¿Lista?— Dice poniéndose de pie y ofreciéndome la mano.
Me pongo de pie antes de aceptarla, lo cual es un error, porque pierdo el equilibrio y me caigo de sentón en la banca. El trasero me duele, pero la risa de Luke es tan fuerte que todo el estadio le hace eco, y no puedo evitar reírme también.
—¿Qué te parece si me das la mano primero?— Dice mordiéndose el labio para no reírse de nuevo.
Tomo su mano y tengo que aguantar el aire para no marearme. El roce de su piel quema a la mía, se siente extraño, pero bien.
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Secretos
Teen FictionKrista llega a su primer año de universidad junto con su mejor amiga y su novio. Todo pinta bien hasta que, en una fiesta, se le van las copas y termina acostándose con un desconocido. Decide dejar el error en el pasado y no decirle a nadie, pero es...