Capítulo 30- Bordillos de hormigón y dos palabras

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Se me secó la boca mientras seguía mirando el pequeño y aparentemente inofensivo objeto que descansaba a mi lado en la mesilla y había tenido la capacidad de romperme el corazón en pequeños trocitos. Estuvo ahí, cómo burlándose de mí, durante lo que me parecieron horas.

Finalmente tomé aire y recuperé la consciencia. Me destapé y salí de la cama de golpe. Harry, que estaba totalmente adorable con su cara de dormido, miraba confundido como corría por la habitación intentando encontrar mis zapatos.

-Norah –Me llamó lentamente, con la voz rasposa por el sueño. -¿Qué haces?

Preferí no responder y centrarme en ponerme los tacones negros en los pies y abrocharlos para poder salir. Me temblaban los dedos mientras intentaba encajar el cierre dorado, por lo que me rendí y me quité los tacones de los pies, decidida a ir descalza.

-Norah, te he preguntado que qué estás haciendo.

-¿A ti qué coño te parece?

Hui de la habitación con los zapatos en las manos antes de que pudiera responder, dejando que el portazo que di al salir le retransmitiera mi enfado. El enorme ático estaba en completo silencio a excepción del sonido de mis pies descalzos contra el suelo.

Entonces otra puerta se cerró y supe que venía detrás de mí, como esperaba que hiciera. Bajé los escalones de dos en dos en un intento de salir cuanto antes, pero antes incluso de llegar al salón sus manos ya estaban alrededor de mi cintura, frenándome.

-¿Qué estás haciendo?

-Me voy. –Dije con desprecio e intentando deshacerme de su agarre. –¡Suéltame!

-¿Por qué te vas?

-¡Que me dejes! –Me acercó más a él en respuesta.

-Norah, cálmate. Si paras de moverte te suelto.

En ese momento dejé de hacer fuerza y me dejé caer sobre su pecho como su suave y tranquilizante voz hubiera extraído de mi cuerpo toda la adrenalina que corría por mis venas sólo unos segundos antes. Me agarró de la cintura y me levantó del suelo para llevarme al sofá, donde me sentó en su regazo.

-Dime qué pasa. –Me pidió con tranquilidad.

Me apartó un mechón de pelo de la cara, acomodándolo tras mi oreja, para después bajar la mano hasta mi barbilla, que levantó para que nuestras miradas se encontraran. La mía reflejaba el corazón roto y la suya confusión. Sus rizos que normalmente estaban despeinados y sin control estaban chafados hacia el lado en el que se había quedado dormido y me moría de las ganas de peinarlos.

Nos miramos durante un rato y se reclinó hacia delante para intentar besarme, por lo que yo me alejé de sus peligrosos y tentativos labios. Harry se alejó también, lleno de confusión y ni si quiera me intentó parar cuando me levanté de su regazo y me senté en el sofá a su lado, con los tacones en la mano y pegados a mi pecho.

-El pendiente. –Susurré. –El pendiente en la mesita de noche.

Al buscar una reacción en su cara, ni si quiera me extrañó no encontrar ninguna. La expresión neutra que tenía siempre continuaba igual, como si nada pudiera pillarle nunca por sorpresa.

-¿El del diamante?

-Joder, ¿es que había más de uno?

-No. –Puse los ojos en blanco y me alejé un poco de él sin levantarme del sofá.

-Me voy a ir, pero ya que siempre insistes en llevarme a todas partes te agradecería si llamaras a James para que lo hiciera.

Me miró intensamente y yo hice lo mismo, no muy segura de cómo actuar en la situación que tenía entre manos y mis habilidades sociales no eran de ayuda. Tampoco lo era el hecho de que su mandíbula se tensara y destensara de una manera continuamente, distrayéndome.

Suit and Tie [Harry Styles] (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora