Capítulo 31- Secretaria estupefacta y apostando en la bolera. (Parte 2)

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En cuanto el último de ellos hubo salido, Harry se giró y me presionó contra la puerta que acababa de cerrarse. Sus labios encontraron los míos casi de inmediato, pero en vez de besarme, los dejó a milímetros, tentándome.

-Norah. –Dijo con un suspiro.

En respuesta, enredé los dedos en su pelo y junté nuestros labios con urgencia. Todo el enfado abandonó mi cuerpo en cuanto el habitual sabor a canela lleno mi boca y el olor a champú de coco me envolvió.

Harry juntó aún más nuestros cuerpos. Sus manos me acariciaban con facilidad los brazos y los hombros hasta que encontraron su lugar favorito en mi cuello. Apartó los pequeños mechones de pelo de ahí y me provocó un leve gemido y que ladeara la cabeza. Llegados a ese punto sus labios dejaron mi boca para besar delicadamente bajo mi oreja.

-Mía. –Murmuró desde la garganta. –Mía, mía, mía.

Entonces, como queriendo demostrar que tenía razón, comenzó a morder y chupar la piel de mi cuello. Se me escapó otro gemido de los labios y pasó la lengua por la zona sensible en la que acaba de dejar un chupetón, antes de volver a juntar nuestras bocas.

-No te vuelvas a ir nunca. –Me pidió entre besos.

-No me dejes hacerlo. –Le contesté en un susurro.

Un sonido gutural se escapó de sus suaves labios y me elevó del suelo con facilidad para llevarme a algún lugar. Mi falda negra se subió cuando enredé las piernas alrededor de su cintura. El destino de sus pasos se reveló cuando noté la áspera madera de su escritorio contra la espalda.

Me sentó sobre él y Harry se acomodó entre mis piernas. Me costaba aún recuperar el aliento por la sesión de besos contra la puerta, pero él parecía que nada le afectaba. Puso las manos en mis mejillas y las acarició con los dedos pulgares. Sus ojos estaban bien abiertos, casi reflejaban preocupación.

-¿Qué les pasa a las flores? –Preguntó por fin.

-No sé qué se supone que significan. –Admití sin aliento. La sensación de sus labios sobre los míos estaban aún nublando mi mente y la manera en que sus manos acariciaban ahora mis caderas me distraía de sobre manera también. –No me puedo centrar si estás tan cerca.

Harry rio y acarició mi cuello con la nariz, haciéndome cosquillas de una manera súper adorable que me encantaba tantísimo y de la que nunca tenía suficiente.

-Lo siento, cariño.

Cuando se separó me arrepentí de decirle cuánto me distraía porque al instante mis brazos echaron de menos la sensación de ser acariciados por sus grandes manos. Menee ligeramente la cabeza y volví a centrarme en él.

Estaba sentado en la silla que estaba frente a su escritorio con una sonrisa de diversión, con una pierna cruzada sobre la otra y las manos sobre la rodilla. Me ajusté la falda bajo su mirada antes de cruzar las piernas y mirarle.

-Entonces tienes un problema con las flores… –Meditó en voz alta.

-No. –Le corregí. –Tengo un problema con que cambies de opinión tan rápidamente. –Elevó una ceja, retándome.

-No parecía ser un problema cuando estabas gimiendo contra la puerta de mi despacho hace un par de segundos.

Las mejillas tomaron un tono rosado al oír sus palabras y volví a centrar la atención en la alfombra de su oficina que era de todo menos interesante para no tener que enfrentarme a su mirada que me penetraba sin ningún reparo.

-Vale, eso es otro tema completamente distinto. –Dije por fin. -¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

-No sé, Norah. En el momento en el que pusiste tu culo de pelma fuera de mi apartamento te eché de menos. Te dije que me hacías mejor. Quiero cambiar.

-Deja de llamarme pelma.

-¿Estas ignorando el hecho de que estoy intentándolo? –Mis labios se tensaron en frustración.

-Llamarme pelma y después decir que lo estás intentando es un poco contradictorio.

Harry me regaló una de sus sonrisas poco frecuentes, esas en las que enseñaba los hoyuelos de una manera tan adorable y toda su cara se iluminaba. Era difícil imaginar que ese chico sonriente que tenía frente a mí era el mismo hombre en cuya oficina estábamos sentados en ese momento.

-No voy a ver a nadie más. No voy a ver Claire, a menos que sea por negocios. –Me miró en desaprobación cuando abrí la boca para hablar. –Pero tendré que verla por eso y no quiero oír una palabra al respecto. Te mandaré flores, como te he demostrado esta mañana. Y lo intentaré.

-¿Y saldremos en una cita que no sea cenar o comer? –Su sonrisa se desvaneció ligeramente.

-No estamos saliendo. Pero sí, saldremos a veces. A donde tú quieras.

-Vale. ¿Podemos ir a los bolos?

-Si eso es lo que quieres hacer, entonces, iremos. –Sonrió. –Pero te aviso que juego a los bolos de cojones. –Intenté esconder la sonrisa pero fallé estrepitosamente, por lo que dejé que tomara mi cara, ya que mi corazón ya se había derretido al ver la extraña aparición del Harry relajado y juguetón.

-No me lo creo.

-¿Quieres convertir esto en una apuesta?

-Me encantaría, Styles. –Sonreí.

Se levantó de la silla con gracilidad y se acercó a donde estaba, sentada en su escritorio. Apoyó las manos en el borde de él mientras me miraba. Se me atraganto la respiración en la garganta por tanta proximidad de repente y me agarré a la última fibra de autocontrol que me quedaba.

-¿Estás preparada para aceptar este reto? –Me preguntó, rozando su nariz contra la mía, dándome un beso de esquimal.

-S-sí.

-No suenas muy segura. Vamos esta noche a los bolos. Ahora, fija los términos, cariño. –Trangué saliva y le miré, sus ojos verdes encontraron los míos azules oscuros.

-Si yo gano tienes que relajarte un día entero conmigo. Nada de negocios, nada de llamadas, nada. Sólo tú y yo y mucha comida, alcohol y películas. Acurrucados.

-Norah, no puedo pasar un día entero sin mi teléfono. Alguno de mis empleados joderá algo y tendré que meterme para arreglarlo y…

Le callé presionando sus labios contra los míos, en parte porque estaba todo el tiempo super besable y en parte porque de verdad necesitaba hacer que se callara. Apoyó su frente contra la mía cuando me separé.

-¿Tiene miedo, señor Styles? ¿Cree que podría perder? –Dije con un tono de burla. Abrió los ojos ampliamente y me quedé helada bajo él.

-No, Norah. No voy a perder. ¿Lista para mis términos? Y no te atrevas a llamarme señor Styles otra vez. –Intenté hacer apego de toda la confianza que tenía en el cuerpo y le devolví la mirada.

-Sí, señor Styles.

-Norah. –Dijo con un tono de represión.

-¡Está bien, está bien! Dime qué pasa si ganas tú.

Me miró con una sonrisa malvada y me acercó más al borde de su escritorio, para que sus caderas estuvieran presionadas contra las mías. Una vez más desde que le conozco, me dejó sin aliento cuando se reclinó sobre mí y trazó con sus labios la línea de mi barbilla.

Cuando llegó a mi oreja, presionó los labios en la marca que había dejado hacía unos minutos y sus pestañas me hicieron cosquillas contra la mejilla.

-Si yo gano. –Dijo por fin. Su voz salía floja y rasposa, llena de acento británico. –Podré follarte.

Me quedé helada, incapaz de moverme o hablar o hacer nada salvo pensar en las palabras que acababa de decir. Entonces me mordió con cuidado el lóbulo de la oreja, provocándome una oleada de placer y dijo una última palabra que hizo que me diera un vuelco el estómago.

-Duro. 

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¡Me tengo que ir corriendo, espero que os guste mucho, un besazo enorme!

Os quiero!! <333

Suit and Tie [Harry Styles] (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora