Capítulo 27- Oficina enorme y exasperación

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Les miré perpleja hasta que la cálida mano de Jace cogió la mía y me devolvió a la realidad.

-Norah. –Dijo con suavidad. –Creía que me dijiste que no iba a estar con nadie más.

-Eso dijo.

-Ah. Venga, vamos a salir de aquí y vámonos a una discoteca.

-Si nos vamos me va a ver. –Jace suspiró y se metió en la boca un par de trozos de sushi que quedaban.

-¿Y qué? ¿Vas a esperar aquí hasta que hayan acabado?

-Ese es el plan. A menos que puedas pensar en uno mejor.

-Claro que sí. Sales de aquí meneando tu culo y no le vuelves a mirar. –Entrecerré los ojos para mirarle y encogió los hombros. De ninguna manera podría pasar por su lado e ignorarle. Habían dos posibilidades: que me siguiera o que me ignorara o no sabía cuál de las dos era peor. -Vale. Vámonos por la ventana del baño. ¿No es eso lo que hace la gente cuando las citas salen mal?

-Eso creo. –Murmuré. –Pero esos vaqueros son demasiado ajustados para conseguir subir a la ventana. ¿No podemos esperar? Bebemos más sake y tenemos una cita de amigos extra larga.

Con un suspiro y un asentimiento de cabeza sellamos nuestro destino para esa noche, que incluía sentarnos en nuestra cabina durante la siguiente hora y media mientras me controlaba para no girarme y destrozar mi corazón en pequeños trozos mientras que Jace divagaba sobre Louis.

Finalmente con un suspiro pedimos la cuenta y nos escabullimos del restaurante lo más rápido que pudimos con cajas para llevar con las sobras. La vuelta a casa fue silenciosa. No tenía nada que decir y mi compañero de piso sabía de sobra que no me apetecía hablar. Cuando por fin llegamos a casa, le tendí mi teléfono a Jace.

-Quédatelo. Me mandará algún mensaje. –Murmuré sacudiendo la cabeza. Sus ojos azules me siguieron conforme me adentraba en mi habitación.

-Mañana te despierto. ¡Te quiero! –Me gritó.

-Yo también.

La cama prácticamente me estaba llamando cuando me tiré sobre ella sin molestarme si quiera en cambiarme. Inmediatamente me cubrí hasta la cabeza con las sábanas y enterré la cara en la almohada. Intenté centrar mis pensamientos en Jace, el trabajo y esa preciosa cartera de Marc Jacobs que quería pero en vez de eso lo único que se me venía a la mente era la estúpida cara de Harry.

A la mañana siguiente Jace prácticamente tuvo que sacarme a rastras de la cama y meterme a la ducha, donde no paró de hablarme todo el tiempo que estuve bajo el agua. Cuando salí ya tenía un conjunto preparado en mi cama junto con una taza de café y un bol de cereales de avena.

-Bueno, Norah. –Comenzó mientras me abrochaba mi camisa estampada. –Sé que estás enfadada y todo eso, pero no voy a tolerar que estés de bajón todo el día por un gilipollas. ¿Lo pillas?

-Sí, lo sé. Lo pillo. ¿Podemos irnos ya? –Murmuré. Puso los ojos en blanco y salimos del apartamento para adentrarnos en el frío aire de Nueva York. Hacia el suficiente frío para que pudiéramos ver nuestro aliento en el aire cada vez que exhalábamos así que, obviamente, Jace y yo fingimos que fumábamos cigarros como adultos maduros que éramos.

-Hoy nos dicen si nos han ascendido, te acuerdas, ¿no? –Me dijo Jace mientras andábamos, dejando salir el aire de su cuerpo como si diera otra calada a un cigarro.

-¿Qué quieres decir con “si nos han”? Pues claro que lo han hecho. Nuestros artículos eran una pasada. –Golpeó mi cadera con la suya juguetonamente.

-Tranquila, Norah. Necesitamos un poco de suspense en nuestras vidas. Vamos a fingir por, cómo, una hora, que no somos los mejores empleados de la historia y que no tenemos un gusto excelente para la moda.

Suit and Tie [Harry Styles] (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora