Suit and Tie [Harry Styles] (Español)

Capítulo 35- Piel sudorosa y manos ásperas

Los ojos de Harry se agrandaron por la sorpresa, como si no esperara que dijera que sí. Para ser sincera, yo tampoco lo esperaba. La verdad es que el hecho de que me resultara extrañamente sexy cuando estaba celoso tampoco ayudaba, ni tampoco que yo estuviera perdidamente enamorada de él.

De todas maneras, era absolutamente irresistible. Su figura se cernía sobre mí con un brillo en los ojos que gritaba dominación y eso era exactamente lo que quería. Yo era demasiado torpe cuando estaba al control de las situaciones, así que cuando fue su boca la que tomó la iniciativa de chocar contra la mía, lo agradecía.

Con lentitud me alejó de la pared para guiarme hasta la cama, donde la parte trasera de mis rodillas chocó contra el colchón, haciendo que cayera sobre él, trayendo a Harry conmigo y quedando sobre mí debido a que tenía agarrada la camiseta prestada que llevaba.

—Paciencia, Norah. —Se burló desde encima de mí. La oscuridad en sus ojos había desaparecido, para ser sustituida por un brillo aniñado. Y teniendo en cuenta mi falta de habilidades sociales, hice la única cosa que mi mente podía procesar en ese momento, que fue elevar mi cabeza para que nuestras bocas volvieran a juntarse y así evitar la conversación.

El suave besó se volvió desesperado poco a poco. Me mordió el labio inferior antes de deslizar la lengua dentro de mi boca, enroscándola con la mía. Su peso cayó por completo sobre mí cuando comenzó a acariciar mi pelo con la mano que antes aguantaba su cuerpo.

Podría estar, muy probablemente, todo el día besando a Harry. Es duro y apasionado, mucho más apasionado que cualquiera que me hubiera besado antes y la barba que nacía ligeramente por no haberse afeitado ese día, algo muy impropio de él, rozaba mi piel de manera casi angelical.

—Llevo tanto tiempo queriendo esto. —Murmuró cuando separó los labios de los míos para, a continuación, llenar mis mejillas de un trazado de besos que llegó a mi oreja y bajó a mi cuello. Paró un momento que duró lo suficiente para tenerme deseosa de más contacto. —Me estaba matando, Norah. Y no pidas disculpas por hacerme esperar.

Mis instintos se apoderaron de mí y llevé los dedos a sus rizos despeinados, provocando en él un suave gemido que fue suficiente para hacerme gemir a mí también. Una parte de mi quería subirse encima de él y hacerle morir de deseo, pero por otro lado quería que él hiciese exactamente lo mismo conmigo.

Enredé los dedos en sus rizos y tiré de ellos ligeramente mientras él chupaba el lóbulo de mi oreja, para después bajar al cuello y dejarme un chupetón. Hubo algo en la manera en la que se mostraba con la cabeza enterrada en mi cuello y los dedos clavados en mis caderas que me hizo ver un nuevo lado de él.

Quería agarrarme de sus brazos y hacer un mapa de todos sus tatuajes con mi lengua, pero rápidamente se me olvidó cuando metió las manos dentro de mi camiseta y la subió para dejar al descubierto mi pálido estómago.

—Los brazos arriba, cariño. —Me ordenó. Obedecí sin esperar ni un segundo, subí los brazos sobre mi cabeza y dejé que arrastrara con él el jersey de lana que acabó en un lado de la cama. En seguida volvimos a juntar los labios.

Me agarró la cintura y nos dio a ambos la vuelta sin previo aviso, por lo que yo quedé sentada sobre su cintura, lo que causó que se le escapara otro gemido de sus labios que ya estaban hinchados. El hecho de que yo tuviera ese efecto en el hombre que tenía debajo era suficiente para animarme a frotar de nuevo mi cadera contra la suya.

Entre las tres barreras que nos separaban pude sentir su erección contra la primera barrera de la barricada, esos putos calzoncillos de Calvin Klein. La barrera dos eran los pantalones de chándal que yo llevaba puestos y la tercera, mi fina ropa interior de algodón. Demasiadas barreras, pensé.