Capítulo 31- Secretaria estupefacta y apostando en la bolera (Parte 1)

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Louis, Jace y yo nos miramos desconcertados durante un minuto entero antes de que Louis rompiera el silencio. Volvió a mirar las rosas de nuevo y suspiró.

-Joder, desde luego este cabrón sabe lo que hace.

Jace le dio un golpe en el brazo y yo me las apañé para levantarme del suelo. Las emociones me recorrían el cuerpo, causando estragos en mi cerebro y mi corazón mientras intentaba decidir qué hacer. Había amor y perdón y felicidad, pero por encima de todas esas cosas había enfado.

Antes de que pudiera procesar del todo lo de las flores salí por la puerta corriendo con los chicos tras de mí, llamándome. Sus pies envueltos en los calcetines resonaban contra el suelo tras el sonido de mis tacones. Corrí escaleras abajo y me adentré en las frenéticas calles de Nueva York lo más rápido que pude.

-¡¿Cuándo has aprendido a correr?! –Gritó Jace.

Me paré en seco y me volví para acercarme a los hombres que se cogieron de la mano y anduvieron a paso rápido también hacia mí empujando a transeúntes inocentes de camino antes de pararse a un par de pasos de mí.

-¡Flores! –Grité. -¡Le digo que quiero flores y me manda flores! ¡Vaya gilipollas!

Como si no estuvieran ya suficientemente confundidos, ese fue el límite para los dos chicos que estaban abrumados por mis locas emociones y mi rareza. Continuaron andando detrás de mí en silencio hasta que tomé un camino muy diferente de la ruta a las oficinas de Vogue.

-¡Ah, no, no, no, no! –Chilló Jace, cogiéndome del brazo. –¡No vas a ir a donde creo que vas!

-¡Por supuesto que voy! ¡Me muero de ganas de ver lo que tiene que decirme en persona!

-¡Lo que tenía que decir estaba escrito en la carta!

-Sí, ha dicho que  estaría bien empezar por las flores. ¿Qué coño significa eso? ¿Ahora lo está intentando después de dejar que me fuera llorando anoche? Eso son gilipolladas.

-Estoy de acuerdo, Norah, pero no puedes irrumpir como una desequilibrada en su oficia. –Me giré sobre mis tacones Valentino y señalé a Jace directamente con el dedo índice.

-Ah, eso es exactamente lo que pienso hacer y espero que tenga algo bueno que decir.

-Esto va a ser interesante. –Dijo Louis, ganándose con el comentario una mala mirada por mi parte y un “¡Lewis!” en voz baja y con todo de desaprobación por parte de su novio. El nativo de Doncaster puso los ojos en blanco antes de coger a Jace del brazo y acurrucarse a su lado.

-Por dios. –Llamé la atención de la encariñada pareja. –Por si se os había olvidado estamos en mitad de Manhattan y sólo lleváis un par de calcetines.

Ambos estallaron en risas y les di un pequeño golpe en el hombre a cada uno, en un intento de volver a atraerles a la situación que teníamos entre manos y sacarles de la pequeña burbuja de amor que me molestaba de sobre manera (y de la que estaba celosa, pero nunca lo admitiría en voz alta).

-Es su oficina, Norah. –Se quejó por última vez Jace. Sus ojos azules se fijaron en los míos marrones. Después cambié mi atención al chico más bajito que aún estaba agarrado de su brazo y derrochando amor, lo que me llenó de más enfado y me llevó a tomar la decisión.

Me  encogí de hombros y procedí a continuar andando hacia el edificio con el enorme cartel que rezaba “Styles Enterprises”. En cuanto crucé las puertas se cruzaron por delante de mi montones de personas con traje y portando maletines, andando acelerados de un lado a otro y abriendo y cerrando puertas.

Me hice paso entre ellos y entré al recibidor, pasando de largo por la recepcionista rubia que me gritaba repetidamente para que “firmara”, pero decidí ignorarla, haciéndole un corte de mangas. Cuando llegué al ascensor Jace y Louis ya hacía tiempo que se habían ido, probablemente planeando la mejor manera de manejar el control de daños después de que me avergonzara a mí misma en la oficina de Harry Styles.

Suit and Tie [Harry Styles] (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora