Capítulo 5: El amarillo te sienta genial.

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Luisita llegó a casa más contenta de lo habitual. Traía en la mano el vaso desechable y, en cuanto entró por la puerta, fue directa a buscar a su hermana María y le dio un beso en la mejilla.

- ¿Qué tal ha ido el día, hermanita? – preguntó la mayor.

- Pues... raro – contestó Luisita con una sonrisa en los labios.

- ¿Raro? ¿por qué?

- Por esto – y le entregó el vaso desechable a su hermana.

- Luisi, ¿para qué quiero yo esto? Tíralo que ya te lo has bebido – le contestó María aún con el vaso en la mano.

Luisita comenzó a reír.

- Anda, dale la vuelta – le ordenó.

María obedeció y al ver todo lo que había escrito, se llevó la mano a la cara y empezó a gritar.

- ¡Luisi! ¡Has ligao! ¡Mi hermanita ha ligao! – vociferaba con todo el entusiasmo del mundo.

- Sssshhhh...baja el volumen, loca – Luisita se reía – No he ligao, creo que es, más bien, una disculpa.

- ¿Una disculpa?

- El vaso me lo ha dado Amelia – dijo sentándose derrotada en el sofá que tenían en el salón.

- Amelia... ¿qué Amelia? ... - de repente, sus ojos se abrieron en señal de entendimiento – ¿Amelia, Amelia? – Luisita asintió con la cabeza - ¿Ledesma? – volvió a asentir la rubia - ¿Amelia Ledesma? ¿tu Amelia? – estaba casi gritando.

- No, no, de mi Amelia nada. No es mi Amelia. Pero sí, hoy ha venido a la radio y me lo ha regalado.

Luisita le contó todo a una María con cara de ilusión. El choque en el ascensor, los papeles, la mirada, sus palabras mientras le daba el vaso. Todo. María la escuchaba como si le estuviera contando que le había tocado la lotería y cuando acabó de hablar, dio un gran suspiro.

- ¡Qué bonito, Luisi! Y tú que creías que no te recordaba. ¿Cuándo la vas a llamar? – dijo impaciente.

- Eeeeeehhhh... ¿nunca? – contestó a modo de pregunta.

- ¿Cómo que nunca? – le contestó en tono de bronca inminente – Luisi, cómo no la llames tú, te juro que la llamo yo.

- ¡Otra!

- Luisi, esa mujer te ha regalado, en unas pocas semanas, un vestido y un café. Te ha dicho que quiere quedar contigo para poneros al día. Te da su maldito número de teléfono y ¿tú te quedas ahí como si no fuera contigo la cosa? ¡Luisi, caramba! – le recriminó María.

- A ver, María, cálmate, por favor. No es para tanto. – se justificaba la rubia - Se quería disculpar por el otro día y le agradezco mucho los detalles que ha tenido, pero siento que se ha visto en el compromiso de lo de quedar. ¡Si apenas nos conocíamos en el instituto, por dios! No sabría ni de qué hablar con ella.

- Vamos... qué estás muerta de miedo – concluyó María – Te da pánico volverte a enganchar y por eso no quieres verla.

- No digas tonterías, María, por favor. Eso fue hace mucho y yo era una cría. Las dos lo éramos – dijo enfadada y se puso de pie – Me voy a la ducha que he quedado con mamá para ir a hacer unas compras al centro comercial de aquí cerca, ¿vas a venir?

- Sí, claro – dijo María también molesta por la conversación. No se podía creer lo cabezota que era siempre su hermana.

- Bien – dijo con cara de enfado y se encaminó hacia el baño.

Después de tanto tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora