Capítulo 15: No pienso soltarte.

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Miraba por la ventanilla de su taxi con un café en la mano. La mente se le llenaba de imágenes del fin de semana anterior y no podía dejar de sonreír.

Aquella semana había sido una auténtica locura en el trabajo y no había tenido tiempo de casi nada. Habían conseguido sacar algún hueco que otro para hablar por mensaje, pero nada más allá. Le preocupaba que las cosas se enfriaran entre ellas. Aquella mujer le gustaba, le gustaba de verdad, y no quería perder otra oportunidad. Nunca más.

El taxista indicó que habían llegado a su destino, sacándola de aquel pensamiento. Pagó y se bajó del coche. Cogió su móvil y escribió un mensaje.

"Ya estoy aquí" y esperó.

Durante toda la semana, el programa de radio le había salido increíblemente bien. Todo iba sobre ruedas y desbordaba energía por todas partes. Miraba su móvil cada dos segundos, para comprobar si tenía algún mensaje, aunque sabía que no encontraría nada.

Amelia le había dicho que aquella semana tendría rodaje desde muy temprano, hasta, prácticamente, la noche. Su personaje estaba cogiendo peso dentro de la serie y le tocaba grabar infinidad de secuencias. Y, aunque lo entendía, su pequeño demonio, ese que te habla desde el hombro al oído, le decía que quizás la morena la estaba esquivando.

- ¿Y si, al final, esto ha sido lo que ha sido y nada más? – le decía a Marina el día anterior, después del trabajo.

- A ver, Luisi, no te adelantes ¿Tú has hablado con ella? – preguntó la castaña.

- Bueno, el domingo por la noche le escribí un mensaje diciéndole que me encantaría repetir todo lo del fin de semana y ella me mandó otro diciéndome lo mismo – le explicaba la rubia – pero luego me dijo que tendría mucho trabajo esta semana y apenas hemos hablado – decía Luisi con gesto triste – Entiendo que su trabajo es así, no me entiendas mal, pero ¿y si no es así y es una manera de perderme de vista?

- A ver, Luisi... - dijo Marina cogiéndole de las manos – ¿A ti te gusta esa chica?

- Muchísimo – aseguró.

- Pues deja de darle vueltas, invítala a salir, una cita de verdad, y si te rechaza, pues al menos lo sabrás y no le estarás dando vueltas a la cabeza – le explicaba su compañera.

Y Marina tenía razón. Estar dándole vueltas a algo que ni siquiera sabemos si es cierto, es el camino más corto a "Villa Locura". Así que allí estaba, esperando.

Luisita no paraba de caminar de un lado a otro. Miraba a la puerta y el reloj y seguía su marcha.

Unos minutos más tarde, una cara conocida asomó por la puerta.

- ¡Nacho! ¡Por fin! – dijo la rubia con alivio.

- Perdona, Luisita, pero estaba en medio de una grabación y no he visto el móvil hasta ahora. – le contestó el actor mientras se acercaba a darle dos besos.

- ¿Ella sabe que estoy aquí? – preguntó nerviosa.

- ¿Y fastidiarte la sorpresa? De eso nada – sonrió – Vamos para dentro. Te llevo directamente a su camerino.

- Gracias – y sonrió ampliamente.

Los nervios de Luisita estaban creciendo en su estómago. La espera la estaba matando. Miró de nuevo su foto en el espejo "¿Cómo habrá llegado hasta ahí?" Se preguntaba. De pronto, escuchó voces en el pasillo y una risa. Reconocería aquella risa en cualquier parte. Amelia se acercaba.

Luisita dejó algo en la mesa, delante del espejo, y corrió por aquel pequeño espacio para situarse detrás de la puerta. Amelia abrió y se dirigió directamente a coger su móvil, que descansaba en la mesa. Un vaso de café desechable reposaba junto a él. Un gesto de desconcierto cruzó su cara. Cogió el vaso y lo inspeccionó. Al darle la vuelta lo vio.

Después de tanto tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora