Capítulo 3: Para que me perdones.

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Aquel día, a pesar de cómo empezó, parecía haber acabado bien. El trabajo salió perfecto e, incluso, se divirtió caminando por la emisora con la camiseta de promoción y aquellos pantalones gigantes, mientras hacía chistes con sus compañeros sobre que hay que venir cómoda a la radio "Total, nadie me ve" decía entre risas

Llegó a casa con esas pintas y su vestidito de flores metido en una bolsa. María al verla entrar a la cocina, dónde estaba preparando algo para que comieran juntas, la miró de arriba abajo y empezó a reír hasta llegar a las lágrimas.

- ¿Me puedes explicar la indumentaria que me traes, digna de la pasarela Cibeles? - decía soltando chorritos de risa.

- Amelia Ledesma me ha pasado - aseguró con calma.

- ¿Perdona? ¿Qué? - a María se le había cortado la risa de golpe.

- Pues eso, Amelia Ledesma me ha pasado.

Sacó el vestidito de flores de la bolsa, lo extendió y se lo puso delante para que su hermana pudiera verlo mejor.

- Madre mía, Luisi, ¿y esto? ¡Si es tu vestido favorito! - dijo cogiendo el vestido con pena.

- Lo era - y sonrió - pero esta mañana he chocado con Amelia en la cafetería de Javi y este ha sido el resultado.

- ¿En serio me estás diciendo que ha sido ella? - preguntó María aún incrédula.

- Sip, ella misma, en persona - aseguró la rubia.

Luisita le hizo un resumen, como pudo, de todo lo que le había pasado antes de entrar a trabajar y María no podía creérselo.

- ¡Menuda casualidad, Luisi! Después de tanto sin verla y ahora, que estás enganchadísima a "Amar es para toda la vida", vas y te chocas con ella en una cafetería ¡Qué romántico! Parece salido de unos de esos fanfics que escribes a veces - decía María llena de ilusión.

- La diferencia, querida hermana, es que mis fanfics acaban con las protagonistas juntas, felices y llenas de besos y esto acaba aquí, como una anécdota más de mi chiste de vida - aseguró riendo - Bueno, que me voy a la ducha y comemos que traigo un hambre que da calambre.

Luisita echó a andar hacia el cuarto de baño, pero María la detuvo antes de llegar a la puerta de la cocina.

- Luisi.

- Dime - y se giró para mirarla.

- ¿De verdad no le has dicho nada? Podrías haber hablado con ella, no sé, quizás haber quedado para un café y poder poneros al día.

La rubia agachó la cabeza con una sonrisa triste. Volvió a mirar a su hermana.

- ¿Para qué? Amelia ni siquiera me recuerda - y se fue sin decir nada más.

Esa tarde, como ya era una costumbre, vieron la serie juntas, comentando todo lo que pasaba, lo mala que era la maldita Ascensión y lo loco que estaba Gabriel. Se rieron de ellas mismas, asegurando que ya eran como su madre y sus amigas. Más tarde, llamarán a Manolita para comentar el capítulo con ella.

En las escenas en las que salía Amelia, el silencio reinaba en aquel piso y María miraba de reojo como su hermana pequeña no podía despegar sus grandes ojos de la pantalla mientras una sonrisa se instalaba en sus labios. A María aquello le parecía lo más adorable del mundo "Ojalá la vuelvas a ver" pensaba.

****

Al día siguiente, Luisita amaneció de buen humor. Había soñado que se encontraba a Amelia de nuevo en la cafetería y que esta vez ella le hablaba y se quedaban juntas a tomar un café mientras charlaban sobre qué había sido de sus vidas. Fue bonito, pero solo un sueño.

Después de tanto tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora