Después del fin de semana, Luisita parecía más despierta y risueña que nunca y eso se notó en el trabajo y en casa. Tenía castigada a María. Cuando se despertó aquel sábado, después de que la rubia pasara la tarde con Amelia, María corrió hasta la habitación de su hermana pequeña. La encontró sentada en su escritorio, escribiendo en su ordenador.
- Buenos días, hermanita – dijo entrando sin llamar y con una gran sonrisa en los labios.
- Dirás buenas tardes, que ya ha pasado la hora de comer – dijo sin levantar la vista del teclado.
- Luisi, ¡que yo trabajo de noche! – le dijo lo que la rubia ya sabía.
- Sí, sí, sí... ¡Vaga! – picó a María.
La mayor cogió la almohada de la cama de Luisita y le dio con ella en la cabeza.
- ¡¡Auuu!! – se quejó mientras se rascaba la cabeza - ¿Qué quieres, María? Que estoy escribiendo y cansadísima. Catalina ha estado hoy insoportable y no había manera de pillarla en el parque de atracciones. Me ha tenido toda la mañana corriendo. – informó a su hermana girándose al fin para mirarla.
- ¿Qué voy a querer? Luisi, ¡por dios! Que me cuentes qué tal fue ayer con Amelia – y empezó a lanzar besitos al aire con media sonrisa.
- María, por favor, no seas cría – y se giró de nuevo a su ordenador, sonriendo – No pasó nada y, te diré, que tienes que dar gracias a lo liada que he estado, porque no he podido entrar hoy a tu habitación, mientras dormías, para asfixiarte con tu almohada.
- Uy, ¿y eso por qué? – preguntó como si no supiera de qué hablaba su hermana.
- Sabes muy bien por qué, María ¡Menuda encerrona! – la miró de nuevo intentando poner gesto serio, pero sin conseguirlo del todo.
- Bueno, pero al final te fuiste con ella – dijo satisfecha - ¿Cómo fue? ¿Qué te dijo? ¿Qué le dijiste? ¿Os habéis besado? ¿Vais a tener otra cita? – preguntaba sin parar.
- A ver, a ver, a ver, María. Lo primero de todo, tranquilízate, que te veo atacada. Lo segundo es que no fue una cita. Y lo tercero, y más importante, es que no es de tu incumbencia – y volvió a girarse.
- ¿En serio no me vas a contar nada? – preguntó incrédula.
- Nop, no te lo mereces. Por cotilla y alcahueta.
María la miraba con cara de asombro.
- Pero, Luisi... - se quejó como una niña pequeña.
- ¡Nada! Ahora, si me disculpas, voy a seguir escribiendo, que estoy muy inspirada – y se puso a escribir, intentando ocultar una sonrisa divertida.
- Eres cruel. Vas a ir al infierno de las malas hermanas – aseguró dirigiéndose a la puerta.
- Mejor. Con lo friolera que soy, allí estaré calentita. – le aseguró sin mirarla - Adiós – dijo la rubia meneando la cabeza mientras sonreía.
Y eso fue lo último que hablaron las dos hermanas sobre aquella tarde que pasó con Amelia Ledesma. María hizo algún que otro intento, a lo largo de la semana, de sonsacar información, pero Luisita no dio su brazo a torcer, le divertía ver la desesperación de su hermana mayor.
La semana se le había pasado volando. Amelia y ella habían intercambiado algún que otro WhatsApp sobre cómo les había ido el día. Y, ahora, Luisita estaba a punto de salir del trabajo, con una sonrisa en la cara y el móvil en la mano, leyendo los últimos mensajes de la actriz.
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Después de tanto tiempo
AcakLuisa Gómez se entera de que su compañera de instituto y primer amor, Amelia Ledesma, va a empezar a trabajar en una longeva serie de televisión. #Luimelia *Esta historia está inscrita en el Registro de la propiedad intelectual*