Capítulo 27: Me vas a matar.

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Amelia aterrizó en el aeropuerto Madrid- Barajas Adolfo Suárez y ya era de noche. Sabía que el jet lag le pasaría factura, pero no podía irse a descansar todavía, en realidad no hubiese podido, aunque hubiese querido hacerlo. Estaba realmente nerviosa y llevaba así varias semanas.

Aún recordaba con nitidez lo que sintió al recibir aquel ejemplar del primer libro que le iban a publicar a Luisita. Se pasó todo su día libre leyéndolo, leyendo su historia, la de las dos...leyéndola a ella. Pasaba de la sonrisa tierna a la risa y, después, al llanto con cada capítulo, pero fue el final lo que le rompió el poco corazón que le quedaba desde que se fue de España.

"La vida les llevó a ambas a vivir separadas, pero no felices, aunque se lo hubiesen prometido. Les llevó a dormir junto a personas maravillosas, pero que, por mucho que lo intentaran, jamás serían su persona, porque, ésta, hacía su vida a diez mil kilómetros de distancia. Debían asumir que el destino, ese al que se aferraron durante tanto tiempo, esta vez estaba en su contra y, como ya sabían de sobra, no se le podía desafiar.

Aquellas dos mujeres fuertes, valientes y completas, no volverían a serlo sin la otra...o quizás sí, en un futuro. Desde luego, no ahora.

Ahora seguían ahí, con la otra aún clavada dentro... después de tanto tiempo"

Cerró el libro y llamó a Jaz, inmediatamente.

- ¿Jaz? – sollozó en cuanto la pelirroja descolgó su teléfono.

- Hermosa, ¿qué pasó? ¿Estás llorando? – preguntó llena de preocupación.

- Sí, pero no es nada, no te preocupes. Necesito pedirte algo – dijo Amelia.

- Sí, claro. Lo que vos quieras ¿Qué necesitás? – se ofreció su compañera de trabajo.

- Que me ayudes a convencer a los productores para librarme de lo que queda de contrato. – aseguró limpiándose las lágrimas.

- ¿Qué decís, Amelia? – dijo con sorpresa.

- Que me vuelvo a España...

Las cosas no fueron tan fáciles como lo fue decidirse a dejar todo aquello. Su contrato le obligaba a quedarse hasta el final, aunque consiguió convencerlos de que le dejasen cogerse las vacaciones que había estado aplazando.

Esperó sus maletas y, prácticamente, saltó sobre ellas en cuanto las vio deslizarse por la cinta. Tuvo que hacer un esfuerzo por retenerse para no correr hacia la puerta. Estaba impaciente. Cuando cruzó las puertas automáticas, buscó entre la gente y en seguida vio dos caras conocidas. Los ojos se les llenaron de lágrimas. Amelia cayó entonces en la cuenta de cuanto había echado de menos a aquellas personas.

- A mis brazos, amiga.

- ¡Nacho! – gritó Amelia con una gran sonrisa en los labios mientras corría hacia él.

El cuerpo de la morena impactó contra el de su amigo y éste la levantó del suelo.

- ¡Cuantísimo te he echado de menos, mi niño! – dijo la actriz con los ojos acuosos, dentro del abrazo.

- Y yo a ti. – Nacho también estaba emocionado.

- ¿Y para mí no hay uno de esos? – dijo María que, hasta el momento, miraba la escena con ilusión. Era cierto que su chico la había extrañado y se alegraba de verlos reunidos.

- María... - se soltó de Nacho y se paró justo delante.

Ambas mujeres se sonreían con sinceridad.

- Ven aquí, anda. – dijo María tirando de Amelia para poder darle un abrazo.

- Gracias. – le susurró.

Después de tanto tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora