Capítulo 28: Eso ya lo hago yo.

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A Luisita, ver a Amelia en la puerta de su casa con su libro entre las manos y aquellos ojos suplicantes y maravillosos, hizo que se le cortase la respiración. Tuvo el impulso, nada más escucharla hablar, de abalanzarse encima suya para comérsela a besos allí mismo, en el rellano de la escalera, pero se quedó petrificada en el lugar. No sabía qué hacer, qué decir... qué sentir, porque lo sintió todo de golpe y no fue capaz de gestionarlo en aquellos pocos segundos que la morena permaneció en la puerta, mirándola.

Cuando entró en la casa, su olor la atravesó. Hacía casi dos años que su piso no olía a Amelia y era de las cosas que más echaba de menos. Cuando se fue, intentó mantenerlo lo más que pudo, e, incluso, de vez en cuando, echaba un poco de uno de sus perfumes, que encontró olvidado en un cajón del baño, a modo de ambientador. Nunca quedaba satisfecha, porque el olor de Amelia no era su perfume. El olor de Amelia era único, era el aroma natural de su piel y ese no se podía reproducir y vender en frasquitos con pulverizador. Si fuera así, lo habría comprado, sin dudarlo.

Verla, de nuevo, en mitad de su salón hizo que todos los recuerdos que tenía de ella en ese piso volvieran de golpe. Todos los bailes, todas las risas, todos los besos, todas las veces que se hicieron el amor en cada rincón de aquella casa, todas las conversaciones y las miradas. Todo se le apiló en la mente. Estaba preciosa "¿Por qué siempre tiene que estar tan guapa?" pensó.

Llevaba todo el día con ella nadando en sus pensamientos y ahora la tenía ahí delante, con su libro en las manos y la sonrisa más bonita que Luisita había visto jamás. Pero, Amelia, le acababa de decir que estaba de paso y un dolor la traspasó de lado a lado. Por un momento, verla allí, le hizo creer que quizás había vuelto para quedarse y escucharla decir que estaba de vacaciones, la tensó.

No quería hablarle mal, no quería coger el libro y firmarlo de aquella manera tan brusca y no quería echarla de casa, pero es lo que hizo, porque no le salió otra cosa. Porque se ilusionó y la volvió a perder en cuestión de segundos. Sabía que no estaba siendo justa, pero no le salió actuar de manera distinta

Cuando Amelia se le acercó y la ayudó a cerrar su puerta con tanta delicadeza, su corazón se detuvo de nuevo. Tenerla tan cerca, convirtió aquel momento de ira absurda en tristeza. Amelia se iría de nuevo. Solo quería que la morena le dijese lo que fuera que hubiese ido a decirle y se marchara, porque, estaba segura, de que, si se quedaba mucho más tiempo, no la dejaría marcharse nunca más.

- Creí que te alegrarías de verme. – le dijo Amelia con gesto triste y Luisita se quebró.

- ¡Claro que me alegro! – soltó la rubia sin pensar - ¿Qué esperabas que pasara, Amelia? Llegas a mi casa con mi libro en las manos, preciosa y vulnerable. – estaba gritando y no podía parar - Me dices que estás de paso y ¿quieres que me lance a tus brazos? No, Amelia, ojalá pudiera. No sabes las ganas que tengo de hacerlo, pero no. – "¿He dicho yo eso?" pensó. "¡Mierda!" Cerró los ojos y sacudió la cabeza. Suspiró.

- Siento no haberme explicado bien – habló la morena con una sonrisa en los labios - He tenido que coger vacaciones para venir, porque mi contrato aún no ha acabado, pero, en unos meses, cuando acabe, me vuelvo a España – a Luisita se le paró la respiración "¿Acaba de decir que vuelve?" pensó - Estoy aquí, porque no puedo esperar a que el destino haga que volvamos a chocar por casualidad. El destino lo elijo yo esta vez y elijo quedarme contigo... si me dejas. – "Por favor, quédate" Luisita suplicó para si. Amelia se acercó aún más a la rubia y tomó su mano con suavidad - He intentado ser feliz, como te prometí en el aeropuerto, pero no puedo, no me sale ser feliz sin ti. – subió la mano y rozó su mejilla - Déjame ser feliz contigo. Déjame hacerte feliz, Luisita.

- Pe...pe...pero... - la rubia estaba tartamudeando. "Maldito 'Efecto Amelia Ledesma'" pensó.

- ¿Aún me quieres? – preguntó la morena de la nada dando un paso más adelante.

Después de tanto tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora