- Mi amor, dime que ha pasado, por favor – dijo asustada. Le agarró las manos, se las llevó a los labios y las besó.
- Esta tarde ha llamado Paca al teléfono de casa – volvió a mirar a la nada – Al parecer no consigue localizarte en tu móvil - Amelia cerró los ojos al darse cuenta de qué era lo que estaba pasando – Te vas a Argentina. – Luisita no lo estaba preguntando.
- ¿Qué? No, no me voy a ir a ninguna parte, Luisita – sentenció mientras se ponía de pie.
- Amelia... – la miró con los ojos llenos de lágrimas y también se puso de pie – Te vas a Argentina. – volvió a afirmar.
- Ya te he dicho que no voy a ir – repitió enfadada.
- Amelia, ha llamado desesperada, porque la estás esquivando después de que te ofrecieran una oferta maravillosa para más de dos años, con proyección internacional, lo que siempre habías soñado – casi estaba gritando - ¿Por qué no me lo contaste? – preguntó con rabia en la voz.
- Porque no quería que te preocupases. Es solo una oferta de trabajo que he rechazado y no quería un debate sobre si tengo que ir o no.
El ambiente en el piso, era tenso. Ellas no acostumbraban a discutir por casi nada. Casi se diría que no sabían hacerlo, pero aquello tenía pinta de ser una discusión y una grande, además.
- Amelia, no puedes rechazarlo – decía Luisita mientras las lágrimas se escapaban de sus ojos.
- No voy a ir a ninguna parte sin ti – se acercó a ella para agarrarla de las mejillas – No puedo dejarte. No puedo – le dijo antes de besarla.
Se besaron casi con rabia y al separarse se quedaron con las frentes pegadas, la una a la otra. Sollozando.
- Amor... - susurró Luisita – Yo no puedo ir contigo.
- Lo sé. Jamás te pediría que renunciaras a tu vida, tu trabajo de ensueño, tu familia... por venir conmigo – dijo acariciándole el rostro. - Por eso lo he rechazado.
- Pero es que yo tampoco quiero que renuncies a tu sueño por mí. Tienes que ir, Amelia. Tienes que aceptar esa oferta y cumplirlo – le decía sin poder contener el llanto.
- No – negaba con la cabeza con los ojos cerrados – No puedo... - y aquella frase que quedó en el aire.
- Dime que no has pensando en esa oferta. Dime que no es algo con lo que has soñado toda tu vida. Dime que no te has planteado, desde que lo sabes, cómo sería vivirlo.
Amelia lloraba y negaba con la cabeza. No quería oírla, porque sabía que lo que escuchaba era la verdad. Luisita la conocía muy bien.
- Amelia... - le levantó la mirada con un gesto delicado para que pudieran conectar sus ojos – Amelia, mi amor, tienes que hacerlo. Tienes que ir, porque, quizás ahora no, pero más adelante, puede que te arrepientas de no haberlo hecho y vendrán los reproches. Es tu sueño – Luisita le limpiaba las lágrimas que caían de los ojos de la morena – No quiero ser la causa de que no lo cumplas. No quiero empañar lo nuestro de esa manera.
- Pero, ¿qué pasará con nosotras si me voy? - no podía creer que estuviera pasando esto.
- No lo sé – dijo intentando tragarse el nudo que se había formado en su garganta.
- No quiero que nos separemos, Luisita. Con lo que nos ha costado volver a encontrarnos – estaba desesperada.
- Amelia... mírame – volvieron a conectar sus ojos. Aquella mirada tan suya que hacía que cualquier situación fuera mejor, ahora les provocaba una fuerte punzada en medio del pecho - Sé que vamos a sufrir, mi amor, ya lo estamos haciendo y no quiero que estar juntas implique sufrimiento.
ESTÁS LEYENDO
Después de tanto tiempo
De TodoLuisa Gómez se entera de que su compañera de instituto y primer amor, Amelia Ledesma, va a empezar a trabajar en una longeva serie de televisión. #Luimelia *Esta historia está inscrita en el Registro de la propiedad intelectual*