Capítulo 1: Amar es para toda la vida.

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Luisita estaba nerviosa, apenas había comido ese día y no paraba de mirar el reloj de su móvil una y otra vez. En 20 minutos empezaría "Amar es para toda la vida", la novela que su madre la había obligado a ver cientos de veces cuando vivía en su casa y, ahora, cuando iba de visita. 

Siempre le había parecido una chorrada y no entendía cómo era posible que llevase emitiéndose tantísimos años y con una audiencia tan fiel y tan involucrada con los personajes. Recuerda a Manolita, realmente emocionada, hablando con sus amigas de esta serie diaria, de los amores y desamores de los personajes y de los acontecimientos históricos que se plasmaban en ella. A Luisi le parecía un tanto exagerado, casi ridículo, que esas mujeres, todas adultas y con sus vidas ya hechas, se tomasen tan en serio algo que tan solo era ficción.

A pesar de todo esto, ahí estaba ella, con el corazón acelerado, esperando a que comenzase la séptima temporada de esta serie de la que tantas veces se burló. Tenía una razón de peso y esa razón se llamaba Amelia Ledesma.

Hace unas semanas, durante una de sus famosas comidas familiares de los domingos y, entre tanto bullicio y risas de sus hermanos más pequeños, su madre la interrumpió mientras hablaba con su hermana María sobre el estúpido y rácano casero del piso que ambas compartían.

- Oye, Luisita, hija ¿sabes a quién me encontré hace poco? – dijo Manolita.

- No sé...mmmm...déjame pensar... ¡A FRANCO COMPRANDO EN EL MERCADONA! – dijo burlándose de su madre.

A María se le escapó una risotada y casi escupe la croqueta que se estaba comiendo.

- Muy graciosa, mi niña, sí. Deja a ese que se quede dónde está que estamos mejor sin él – aseguró Manolita siguiéndole el juego a su hija.

- A ver, mamá, ¿a quién te has encontrado hace poco? – preguntó Luisi intentando dejar de reír.

- A Devoción Ledesma – la rubia puso cara de no saber – Sí, hija ¿no te acuerdas de ella? La madre de la muchachita esta, morena de pelo rizado, que iba contigo al instituto, Amelia Gutiérrez – Luisita abrió mucho los ojos. "Amelia" pensó - ¿La recuerdas?

¿Cómo iba a olvidarla? Amelia Gutiérrez era la chica más guapa del instituto. Todos los chicos estaban coladitos por ella. Luisita solo coincidió con ella un año en 1º de bachillerato. Amelia se sentaba delante y siempre sonreía. Todo el mundo la quería y la admiraba. Era amable con todos y en más de una ocasión la vio defender a compañeros de Ordóñez, el matón del instituto. Se apuntaba a todos los talleres de teatro que encontraba y le gustaba cantar. Para Luisita su voz era la más bonita que había escuchado jamás.

Luisita jamás habría hablado con ella de no ser por Literatura. A Amelia se le atragantó ese año y el profesor le recomendó que diese clases particulares. Ahí es donde entró la rubia en su vida.

Una mañana, durante el recreo de las doce, Amelia se acercó a Luisita mientras ella estaba sentada en las escaleras del edificio hablando con sus amigas.

- ¡Hola! – Amelia saludó con una sonrisa enorme.

- Eemmm...¿es a mí? – preguntó Luisita mirando para todos lados. Debía estar hablando con otra persona.

- Sí, claro, Luisita – sonrió aún más la morena.

- Ah...ya...claro – "¿sabe mi nombre?"- Pues...dime.

- Es que me ha dicho Ricardo, el de Literatura, que podría hablar contigo. Me ha comentado que se te da genial su asignatura y me preguntaba si podrías darme algunas clases particulares, a ver si consigo aprobar este curso – le soltó de carrerilla. Luisita se quedó petrificada, no era capaz de hacer ningún gesto. Amelia se dio cuenta y su sonrisa se apagó – pero si no puedes o no quieres no pasa nada, ¿eh?

Después de tanto tiempoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora