Capítulo 4

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Victoria: ya..... Vistete y vete ya, tengo otras cosas que hacer, gracias por alegrarme la noche con un poco de sexo (camino desnuda y subió así las escaleras ante su mirada).

Dionisio: (se vistió y dejo la camisa rota en la casa, al salir la vio asomada al balcón, seguía desnuda como si nada, uno de los peones la miraba embobado) tu (le llamó) deja de mirar si no quieres que te meta un tiro......(el peón se fue).....

Ya todos cenaban y hablaban amenamente hasta que Dionisio llegó y se sentó a cenar con ellos.

Federico: ya terminaste de hacer tus cositas (pregunto burlon).

Dionisio: sigue cenando, Federico (con seriedad).

Augusto: ¿les gusta la cena? (les preguntó a las chicas).

Cristina: esta muy rica, señor.

María: hacía tiempo que no comíamos tan bien, ¿verdad? (Cristina asintió).

Isabela: Esteban me ha ayudado a preparar la cena (alabó a su hijo) aunque siempre me ayuda en todo, la mujer que se quede con el, se lleva un tesoro.

Esteban: madre.....

Isabela: ¿que?, solo digo la verdad, mi vida..... Cuénteme, ¿tienen novio o están casadas? (sacando información).

María: no, las tres estamos solteras, nunca nos hemos casado, a mi en particular si me gustaría encontrar a alguien con quien compartir mi vida, así como lo hace usted con su marido, por que al fin y al cabo una va creciendo y tiene esa necesidad de construir una familia.

Augusto: que bueno eso, ¿a ti te gustaría ser madre? (esa era la ilusión de su esposa y la suya propia, tener por fin un nieto).

María: la verdad si, pero también pienso que las cosas deben ir despacio, todo lo que rápido empieza rápido acaba, quiero dejar eso en manos de dios.

Estaban: (la miraba con cara de enamorado) estoy seguro que encontraras a esa persona con la que compartir tu vida (se insinuo de forma sutil).

María: ojalá (respondió sonriendole dulcemente).

Isabela: (miró a su marido y le hizo un gesto de que la cosa marchaba bien, después se centró en Cristina) ¿y a ti?, ¿te gustaría tener hijos?.

Cristina: mmh (avergonzada por tener que hablar ante tantas miradas) lo de tener pareja y esas cosas no son lo mío, de echo estoy estudiando para entrar en el seminario.

Federico: ¿quieres ser monja? (sorprendido).

Dionisio: (largo una risita de burla hacía su hermano).

Cristina: si.

Federico: ¿eres virgen? (pregunto haciendose una idea de lo que sería estar con aquella mujer).

Augusto: Federico, esas no son preguntas para hacer a una dama, no seas irrrespetuoso.

Federico: no tiene nada malo, padre, yo solo quiero saber más de ella.

Esteban: será mejor que comas callado, Federico (enojado).

Cristina: no importa, solo es un hombre con un corazón tan vacío que tiene que preguntar estupideces para sentirse bien consigo mismo por que ni el se quiere (eso sorprendió a todos en la mesa, en especial a Federico que se sintió ofendido).

Federico: no digo estupideces, sería interesante saber por qué quieres ser monja, quizá sea por que nunca te han echo llegar a la cima teniendo buen sexo.

Cristina: (se sonrojo) Maria (miró a su hermana) ¿me dejas las llaves de tu auto?.

María: claro (se las dio) ¿para que las quieres?.

Prisioneros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora