capítulo 26

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Ma: no, para nada, que una muchachita que está enamorada de mi prometido venga a verle no me preocupa, ¿por que debería hacerlo? (irónica).

Es: (sonrió) que me celes me gusta, pero no tiene nada que celar, yo soy hombre de una sola mujer y cuándo me comprometo de verdad con alguien no hay nada que me haga cambiar de opinión.

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Mientras Gastón entretenía en la puerta a Giancarlo y a su compañero, Dionisio salió del armario junto a Victoria, encontró la ventana que había visto antes de entrar y saltó con cuidado para fuera.

D: salta, yo te agarraré...

Vic: (saltó y el la sostuvo en sus brazos) vámonos de aquí antes de que nos vean.

D: (le mandó un mensaje a su chófer para que supiera que ya estaban fuera) iré contigo en el auto, dame las llaves.

Vic: yo conduzco.

D: que me des las llaves (exigió en un tono severo).

Vic: ten las malditas llaves (se las entregó).

D: vamos (la tomó de la mano y la llevó hasta el auto, abrió la puerta para que se subiera y después lo hizo él, de inmediato se puso en camino de regreso para la hacienda).

Vic: ¿por que tan serio?, cualquiera que te viera pensaría que te he echo algo malo.

D: no pienso hablar contigo hasta llegar a la hacienda, si tu estás enojada conmigo por querer protegerte déjame decirte que yo estoy más enojado contigo por todas las cosas que aún no me has dicho.

Vic: ¿cuándo he tenido la oportunidad de decirtelas?, nunca, aunque si quieres que te diga la verdad, ni tiendo la oportunidad te las hubiera dicho, ¿sabes por qué?, por que es mi pasado y tengo derecho a haberlo vivido como se me ha dado la gana, si te gusta bien y si no también.

D: (golpeó el volante con su mano) soy tu novio y el padre del hijo que esperas, merezco saber todo de ti, sobretodo por que yo nunca te ye ocultado nada.

Vic: mentiras, claro que si me has ocultado cosas, me ocultaste lo de tu padre durante un tiempo y también lo de Carlos, ¿o ya se te olvido?.

D: esas cosas las hice por tu bien, no te dije nada de ellos para no asustarte aunque ya veo que no te hubieran asustado, estoy saliendo con ex mano deracha de un capo italiano (hablaba en un tono alto).

Vic: centrate en la carretara y al llegar a la hacienda hablamos será lo mejor por si necesito darte unas buenas cachetadas así aprenderas a no meterte en mis asuntos como yo no me meto en los tuyos.

D: ¿unas cachetadas?...vamos a ver cuántas me vas a dar cuándo lleguemos a la casa...

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Caminando por toda la hacienda, para Cristina no era una novedad por que recordaba cada detalle de aquel lugar en el que creció, se paraba de vez en cuándo para oler alguna flor o observarla con admiración.

F: te gustan mucho las flores, supongo que es normal, la belleza siempre se siente atraída por otra belleza (se acercó para tratar de arrancar una flor).

C: no (lo detuvo) no lo hagas.

F: ¿no quieres que te de una flor? (mirándola).

Prisioneros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora