Capítulo 32

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C: no, Federico, no voy a descontarle el día por haber tenido que ir al centro de salud...no se que pasa contigo pero exijo que a mis trabajadores les trates bien, con humanidad, son personas como tú, deja la soberbia de una vez, no somos mejores que nadie por tener dinero, somos iguales, todos, apréndete eso (se giró y comenzó a caminar para marcharse).

F: Cristina...Cristina...(ella le ignoró, se subió al auto y se fué) maldita sea, ¿QUIÉN DE USTEDES LE FUÉ CON EL CUENTO?, ¿QUIÉN?, SON UNOS POCO HOMBRES, INCAPACES DE DECIRME LAS COSAS A MI A LA CARA...CUÁNDO ME ENTERE QUIÉN LE DIJO A CRISTINA DE LO QUE PASÓ VA A MORIR ENTRE MIS MANOS (se montó en el caballo y se fué tras su mujer).

Giancarlo salió enojado de la casa, pasó cerca de Dionisio quién quizo golpearle de nuevo pero Esteban se lo impidió agarrándole, esperó a que el Italiano se marchara antes de soltarlo.

Es: no puedes ir peleando con todo el que se cruza en tu camino, Dionisio.

D: ¿sabes quién es ese imbécil?, es el hombre por el que Victoria y yo estamos en esta situación.

Es:...aunque así sea, no puedes comportarte como un animal salvaje.

D: ¿que harías tú si el hombre que te ha separado de la mujer que amas se te presenta en tu casa?...¿hablarías amablemente con él?.

Es: (se quedó callado).

D: no me pidas que haga algo que ni tú podrías hacer...

Victoria bajó con sus maletas, al salir de la hacienda se encontró con ellos, Dionisio al verla se alejó...

Vic: ya me voy (mirándole a pesar de que le había dado la espalda para no tener que mirarla)...

M: te acompaño para la hacienda, no quiero dejarte sola (observando sus ojos hinchados de todo lo que había llorado).

Vic: no te preocupes por mi, quédate con Esteban, nos veremos después en la hacienda.

M: ¿segura?.

Vic: (asintió) Esteban...no me despedí de tus padres pero por favor pídeles disculpas de mi parte, hoy no tengo un buen día.

Es: tus disculpas serán dadas, en esta hacienda siempre serás bienvenida, Victoria, si algún día quieres regresar, puedes hacerlo.

Vic: (ladeó una sonrisa amarga) gracias (dejó las maletas aún lado y se acercó a Dionisio, el sintió su aroma cada vez más cerca de el)...me voy (repitió como si el no la hubiera escuchado ni visto con las maletas nada más salir) lo siento, siento que de tantas mujeres que hay en el mundo te hayas tenido que enamorar de mi (conteniendo el llanto) ojalá encuentres a alguien mejor. Lo que te dije sobre...sobre esa persona, lo dije sin pensar, mis dudas no tenían nada que ver con lo que sentía, yo sé que te amo (el seguía en silencio sin voltear a verla, Esteban y María solo escuchaban incómodos por la situación) espero que te vaya bien en la ciudad...cuídate mucho, Dionisio (se secó unas lágrimas que salieron de sus ojos a pesar de su esfuerzo por no seguir llorando) adiós...(tomó sus maletas y se fué caminando hasta la salida).

D: (mantenía los ojos cerrados con fuerza y sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón)...

M: deberíamos dejarle a solas (le susurro a Esteban).

Es: (asintió) entremos (la tomó de la mano y entrarón juntos en la casa).

M: me gustaría hacer algo por ellos para que no se separen, se nota que se aman y me duele ver a mi hermana así, nunca la había visto tan triste.

Prisioneros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora