capítulo 27

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Vic: (lo agarró y comenzo a satisfacerlo con su mano) ¿por que hago yo esto?, si te detesto y ahora mismo estoy muy enojada contigo, ¿por qué?.

D: por que las ganas te matan como a mi (la volteó y la penetró sin avisar haciéndo que soltara un fuerte gemido, era excitante, la puerta estaba completamente abierta y cualquiera les podría ver).

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Federico estaba acostado en la cama besando a Cristina de una forma muy casta, solo para no provocar que se asustara y saliera corriendo, con una de sus manos bajó el cierre de su vestido.

C: (giró la cabeza para cortar el beso) espera...no creo, no creo que pueda, esto me pone muy nerviosa por que no se que creer, no quiero recuperar la memoria y darme cuenta de que me has estado engañando solo para aprovecharte de mi en este momento de tanta fragilidad.

F: no, no, mi amor, yo no me quiero aprovechar de ti, realmente eres mi novia, no te mentiría con eso, por favor, creéme, si fuera un farsante, ¿crees que tus hermanas me dejarían estar a tu lado?.

C: no, ellas te matarían...

F: no quiero apurarte con esto, te deseo, te necesito, necesito de ti pero entiendo que no puedo presionarte, no puedo cometer el mismo error que ya cometí (se alejó poniéndose en pie) me voy.

C: ¿a dónde? (Se angustió).

F: a tratar de calmar un poco las ganas que tengo de hacerte mía...

C: ¿es necesario?, digo, no vamos a hacer el amor pero si puedes quedarte conmigo y hablar, no quiero estar sola, no te alejes de mi.

F: (se sentó en la cama) tengo que contarte algo, no quiero que sea lo primero que recuerdes de mi y me odies por lo que pasó.

C: ¿de que hablas?, no te odiaría nunca, se te ve que eres una buena persona, estás apoyándome y te lo agradezco.

F: no, Cristina, estás confundida, mi vida (tomó una de sus manos entre las suyas y le depositó un beso) mi amor (cuándo la llamaba así, hacía que Cristina sintiera una felicidad extrema en su interior) yo solo soy buena persona contigo pero al príncipio ni eso...ahora no  lo recuerdas, lo sé, pero quiero contartelo por que siento que debo hacerlo, como te dije, me sentiría muy mal si fuera lo primero en lo que te acordaras de mi, por eso seré yo mismo quién te lo diga.

C: me asustas, Federico, ¿que hiciste?, ¿me fuiste infiel o algo así?.

F: (negó) jamás te sería infiel, no, lo que pasa es que...desde que te ví me gustaste, ame tu cabello, tus ojos, tu cuerpo, lo amé todo de ti excepto tu forma de tratarme, yo tampoco es que te tratara muy bien pero me dolía cuándo no querías estar conmigo, deseaba tanto llevarte a la cama, tanto acariciarte, me moría por hacerte el amor tanto como ahora mismo...Recuerdo que un día te traje serenata y te ví con Carlos (recordó con dolor) estabas tan contenta a su lado que me puse muy celoso, me enojé muchísimo, me echaste sin siquiera escuchar toda la serenata, al llegar a mi hacienda tome hasta emborracharme totalmente, empecé a pensar, a torturarme imaginándote con él, yo ya sabía que nunca habías estado con un hombre y moría por ser el primero, estaba obsesionado con ser la persona que te enseñara tu primera experiencia sexual, esa noche me vine para tu hacienda, entre sin que nadie me viera (Cristina escuchaba aterrorizada) y te hice mía a la fuerza, me suplicaste que parara y yo no lo hice, fuí incapaz de tener piedad contigo, tus lágrimas no producieron efecto en mi, mi pasión y mi necesidad opacaron toda mi razón...es por eso que me costó tanto que me perdonaras, no solo tú, también que tus hermanas me dieran una oportunidad, después de eso me entregué a la policía, tu te enteraste de dónde estabas y fuíste para decirme que estabas esperando un hijo mío, el bebé que ahora llevas en tu vientre (estaba afectado por tener que contar todo lo que realmente había pasado pero creyó que sería lo mejor decirle todo de una vez).

Prisioneros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora