Capítulo 25

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F: entiendo lo desconcertada que debes estar, ojalá pronto recuperes la memoria y puedas acordarte de mi.

C: rezaré para que eso suseda lo más rápido posible...voy a dormir un poco, me siento muy cansada.

F: descansa sin miedo, yo te cuidaré.

C: buenas noches (cerró los ojos tratando de dormir)...

Durante toda la noche, Federico permaneció despierto, le mataba la culpa por no haber estado al pendiente de ella como debía, sobre las 5 de la madrugada despertó Esteban.

Es: ah (se quejó de un dolor en el cuello y en la espalda) este sillón me ha terminado de quebrar por completo.

F: yo llevo toda la noche sin dormir (dijo algo cansado).

Es: fuera creo que había una máquina de café (se levantó) ¿quieres uno?.

F: Si, por favor, lo necesito (miró a Cristina).

Es: recuperará la memoria antes de lo que piensas, solo tenemos que ayudarla y en menos de lo que te imaginas estará como antes (le palmeó la espalda) ya vengo con los cafés (salió).

Camino por el pasillo y buscó la máquina para sacar dos cafés bien cargados, regresó a la habitación y le dio uno de ellos a Federico.

F: gracias (lo tomó).

Es: tenemos que denunciar lo que pasó, no podemos permitir que Carlos quede sin castigo después de lo que hizo.

F: no va a quedar sin castigo, ir a la cárcel no es suficiente para una rata como él, hay otros métodos que funcionan mucho mejor...

Es: sabes que no soy partidario de esos métodos, como tú les llamas, Federico, no me parecen bien, para algo esta la justicia.

F: pensé que tú también querías vengarte de él por todo lo que está haciendo, a puesto en riesgo la vida de nuestras mujeres y también la de nuestros hijos, ¿y tu te conformas con la justicia?, no, Esteban, esto ya es personal.

Es: matarle no le hará sufrir, acabarás con su vida y no sufrirá más (susurro para que solo él lo escuchara).

F: ¿quién te dijo que le iba a matar? (susurro igual).

Es: ¿no lo matarás?...

F: si, lo haré, pero no tan rápido cómo te imaginas, le haré suplicar hasta que no puedas más y entonces, solo entonces, acabaré con su miserable y asquerosa vida (serio y imaginando todo lo que le haría).

Ya en la mañana...

Augus: ¿pero cómo están ellas?, ¿por que no nos lo dijeron antes? (reprochó el papá de Dionisio).

Vic: por que llegamos muy de noche a la hacienda y nos fuimos directamente a dormir, Don Augusto pero no se enoje, por favor, lo hicimos para que ustedes pudieran descansar tranquilos, además, tanto mi hermana Cristina como mi hermana María están bien, no hay de que preocuparse (explicó).

Isa: ¿y los bebés?, ¿cómo están nuestros nietos? (angustiada).

D: están bien, mamá, todos están bien, solo fue un susto que no pasó a mayores.

Isa: iré al centro de salud, tengo que verlas.

D: no hace falta, hoy en la mañana el doctor les daba de alta, estarán aquí enseguida, quizá hasta ya estén en camino.

Prisioneros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora