Capítulo 11

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Vic: (forcejeó y se soltó) voy a regresar a mi cena, con permiso, ah y que sepas que el burrito estaba asqueroso (entró).

D: (se pasó las manos por el pelo y después apretó los puños, un día, un día iba a matarla por su desfachatez).

Victoria se sentó de nuevo con los demás y continuó cenando, al terminar la cena, Cristina y ella se despidieron de Esteban y se retirarón a sus respectivas habitaciones.

Es: supongo que aquí termina la noche (frente a la puerta).

Ma: si, eso creo......me ha gustado tenerte en la cena.

Es: lo he pasado muy bien.....

Ma: (no sabía exactamente que decir, la verdad es que no quería que se fuera).

Es: que descanses (le dio un beso pausado en los labios) adiós.

Ma: Esteban (le llamó antes de que pudiera salir de la casa) ¿te apetece tomar una copa?.

Es: (sonrió) si, sobretodo por que quiero disfrutar un poco más de tu compañía.

Ma: tengo una botella de vino en el despacho.

Es: pues no la hagamos esperar (ella rió).

Ma: vamos (fueron juntos al despacho, sacó dos copas y le pidió que descorchara la botella, sirvió entregándole una de las dos copas).

Es: mmh (exclamó tomando un poco del vino) buen vino.

Ma: si.....(la mano con la que sostenía la copa estaba temblando).

Es: ¿estas nerviosa por alguna razón?.

Ma: no, no....

Es: (dejó la copa sobre el escritorio y tomó la que tenía María para ponerla al lado, así podría sujetar sus manos entre las suyas) no tengo prisa por hacer el amor, María, te amo, y no te niego que me apetece estar contigo pero no quiero que te sientas presionada a hacerlo ya, yo se esperar.

Ma: estoy nerviosa, pero no por que no me apetezca hacerlo, si no por que me da mucha pena contigo.....

Es: ¿pena?, ¿pena de qué?.

Ma: es que me vas a ver desnuda, se que es una tontería pero.....me da cosa....

Es: (largó una carcajada).

Ma: no te rías (le dio un golpecito en el hombro) soy muy tímida.

Es: (la miró con ternura) eres hermosa, no debes tener pena de mostrar tu cuerpo en un acto de amor, para mi eres única y perfecta.

Ma:.....

Dionisio necesitaba dejarle las cosas claras a Osvaldo, tomó un auto y nuevamente se fue para el pueblo, llegó a la cada dónde había sacado a Victoria y tocó sin parar hasta que este le abrió.

Os: ¿que haces en mi casa? (Serio).

D: tu y yo tenemos que hablar (le empujó y entró).

Os: tienes que irte, esta es mi casa.

D: ¿acaso crees que me importa?, estoy aquí para hablarte de Victoria.

Os: ¿que hay con ella?.

D: Victoria es mía, Osvaldito, y si quieres seguir conservando los dientes más te vale dejarla tranquila.

Os: ¿tuya? (Rió) no te lo crees ni tú.

D: (sacó un arma de su pantalón y le apuntó) no me estás entendiendo, Osvaldo, Victoria es mía por que lo digo yo, y eso es suficiente, si me entero de que la vuelves a llamar o te vuelves a acostar con ella (quitandole el seguro a su pistola y haciendo el gesto de disparar) estás muerto.

Prisioneros de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora