Capítulo 24

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Narrador Omnisciente

–¿Qué es? ¿Una bomba?– preguntó Bucky mirando todo a su alrededor, menos a la albina.

–No.

Él, confundido, se acercó más, y sonrió con la vista que tenía enfrente.

Eran dos pequeños gatitos. Uno blanco y otro gris, ambos muy peluditos y adorables.

Jugaban con la mano de _________ con mucho entusiasmo, maullando un poco y brindando pequeñas mordiditas y lamidas.

La albina estaba concentrada, mirándolos curiosa y con un cierto brillo en sus ojos. Parecía fascinada y tranquila, y es que lo estaba. Pensaba que nunca había visto a dos criaturas más hermosas y tiernas, algo raro en su forma de opinar, dado que no solía tener un gran reaccionar con la mayoría de cosas.

–Llévemoslos a la torre.– dijo Bucky con dulzura y suavidad.

Para él, la escena era increíble y hermosa. La chica más desalmada, letal y fría, ahora tan serena y encantada con dos pequeños gatitos.

Sería bueno para ella tenerlos, ayudaría a que tuviera algo por lo que luchar, algo para proteger, confiar y amar.

_________ los agarró aún estando en la caja y comenzó a caminar al lado del castaño, rumbo a la torre.

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–¿Qué tienes ahí, __________?– preguntó Steve curioso al verla ingresar con una gran caja a la sala.

Se acercó, sorprendiéndose para luego mirar a Bucky, quien asintió sonriendo.

–Son muy lindos.– comentó el rubio, posando sus ojos en la albina y sonrió.

–¿Qué sucede aquí?– cuestionó Stark y miró la caja espantado.–Esas bolas de pelo no se quedarán en la torre.

Ella lo miró seriamente.

–Tony.– regañó el capitán con severidad.

–Está bien.– aceptó rodando los ojos.

La albina solo se encaminó hacia su cuarto para darle un baño a los pequeños y luego alimentarlos.

–Le diré a Wanda y Nat para que la ayuden con ellos.– mencionó Steve.

–Creo que estará bien sola.– aseguró tranquilo Bucky, viendo el lugar por donde la joven se había ido.

–Aquí huele a amor.– opinó Tony burlón.

–No jodas, Stark.

El castaño se fue rumbo a la cocina sin dejar de repetir embobado la imagen de __________ al encontrar a los gatitos.

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–¿__________? ¿Puedo pasar?– preguntó Bucky detrás de su puerta.

Ya habían pasado dos horas y quería saber cómo iba todo.

–Sí.

Al ingresar vio a la oji-rojo jugando con los pequeños en su regazo. Dejaba que ellos agarraran sus manos y las mordieran, obviamente sin dejar muchas marcas.

Ya los había bañado, tarea que fue sencilla, dado que lo hizo con paciencia y delicadeza.

–¿Cómo los llamarás?

–No lo sé.

–Parece ser que la blanca es hembra y el gris macho. ¿Quieres que te ayude a elegir?– preguntó el soldado acercándose.

Tu rojo inexpresivo [Bucky Barnes y Tu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora