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Capítulo 8

Al día siguiente, llegué puntual al establo sin ganas de discutir más con Luke. Por suerte, años antes había tenido el capricho de criar a mi propia yegua de vuelta en Maredale, capricho que mi madre cumplió con la condición de que yo cuidase de ella. A pesar de que las limusinas y autos son bastante comunes, los tres reinos tienen cantidades moderadas de los mismos y por lo tanto, era más fácil adquirir un caballo. Cuidé de la yegua a la que llamé Mer, habían noches que pasaba terminando un libro en el establo con su compañía y mañanas en las que salía temprano del palacio para cabalgar en la playa antes de que la gente despertara. Esperaba que estuvieran cuidando de ella en casa. Todo el conocimiento que adquirí con Mer me había servido de maravilla para cuidar de los cinco caballos en el establo.

Dominic llegó en medio de la depuración del heno, explicó que había escuchado a los trabajadores decir que mi trabajo con el picnic había sido espléndido y lo feliz que eso lo hacía. También me contó que ahora vivía un piso abajo del mío, lo cual explicaba por qué había visto a Lidia subir y bajar más veces de las usuales esa mañana.

Le hablé de los guantes, de Luke y accidentalmente de Ashton. Algo encajó en su cabeza que no se molestó en compartir y simplemente me pidió que no me preocupara. Enseguida se marchó bajo la excusa de que tenía asuntos de suma importancia para hablar con el Rey.

Los días pasaron bastante rápido. Mi rutina fue la misma durante una semana: despertar, recibir indicaciones de Dominic, bajar al invernadero, hacer pausas para la comida y subir a la noche. Estaba trabajando como desesperada para arreglar el invernadero y aumentaba la velocidad y tiempo que le dedicaba al escuchar a Thomas hablar por su Jhin sobre movimientos en la frontera.

Las chicas en la cocina me daban la información perdida que escuchaban y lentamente conecté la narrativa. Iban a haber tres eventos importantes en las próximas semanas: un campamento al pueblo de Mudtry, la Celebración del Abedul que era típica de Gardenstone y otro evento sin nombre por el momento. La información del último era muy poca pero existía; contaría con invitados de los tres reinos, así que se ganó su lugar en la lista.

Ashton y yo salimos cada noche. Recorrimos las cercanías del palacio intercambiando pensamientos, ideas y uno que otro beso. No éramos pareja, pero algo que no sabía distinguir entre la ingenuidad y el amor me decía que no estábamos lejos de serlo. Su compañía... sólo se sentía bien, justa y libre.

Me encontraba bajando a la cocina para iniciar el trabajo de hoy. Toqué un par de veces en la puerta de Dominic y nadie me atendió, así que me encaminé esperando encontrarlo en mi trayecto. Dicho y hecho, al entrar a la cocina lo vi apoyado contra una encimera disfrutando de una manzana. Estaba usando traje, algo no tan común en él.

—¿Por qué tan formal, jefe? —pregunté tomando una manzana de una canasta a su lado.

Entendí la razón de su localización en la cocina cuando los sirvientes pasaron de un lado a otro con bastante prisa.

—Gracias por notarlo. Debo decir que tu atuendo cómodo es mucho mejor que los vestidos que usabas al inicio, me ponían nervioso —bromeó y señaló a los sirvientes con la manzana que siguió comiendo—. Me visto así por la misma razón que ellos; Luke se despertó con ganas de viajar a Lauxwell por unos días; están preparando su viaje y yo estaré a cargo de lo no tan importante mientras él no está.

—¿Qué hay de Thomas?

Serví dos vasos con jugo de naranja, él tomó uno y agradeció con un asentimiento.

—Se quedará aquí encargándose de lo más importante: lo que yo no haré. Luke pidió que nadie lo acompañara más que unos guardias.

—¿Por qué va a Lauxwell? Creí que odiaba el lugar tanto como sus residentes.