Capítulo 9

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Escondí mi cabeza debajo de la almohada al escuchar toque tras toque en la puerta. El sonido se volvió tan cansado que tuve que despertar.

Recogí las sábanas que había tirado al piso durante la noche, la única ventana con la que contaba la habitación estaba atascada y no había logrado abrirla para deshacerme del horroroso calor que envolvía a la habitación. Miré a mi alrededor en busca de la bata que hacía juego con mi camisón de seda rosa, entre el sueño y los toques insistentes, lo dejé olvidado y abrí la puerta.

—Princesa, disculpe la... —la mirada de Luke estudió mi silueta frente a él, instintivamente me cubrí el escote abrazando mis brazos—. Molestia.

—Sí, es una molestia. Y no, no hay disculpa. ¿Qué sucede... —intente corregir mi tono—... su majestad? —y fallé.

Luke pasó una mano por su brillante cabellera rubia, apenas había tenido tiempo de mirarlo en los rayos de sol que entraban por ventanales en el pasillo.

—No sabía que las faltas de respeto iniciaban tan temprano, de ser así habría pedido a alguien más venir a despertarla, princesa —dijo con molestia que contesté con una mueca de impaciencia—. Salimos del palacio en una hora. Usa algo cómodo y empaca ligero.

Dio media vuelta, lo detuve sujetando de su camisa.

—¿A dónde vamos? —pregunté, cubriéndome de nuevo con rapidez, rió ante mi acción—. Dime.

—Es una tradición de Gardenstone compartir un pequeño viaje al pueblo de Mudtry al recibir a Maredale. Ahora que la Reina Elizabeth va a volver aquí, debemos partir —explicó. En un momento de distracción, tomó mis manos con delicadeza dejándolas caer a mis costados—. Aunque te veas mejor así, te recomiendo un abrigo. Hace frío por allá, princesa.

Volví a cubrirme, rió de nuevo y caminó por el pasillo.

—Molesto... —murmuré.

Insoportable —dijo doblando la esquina.

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No recordaba alguna vez que hubiera sido tan solicitada como esta mañana. Incluso las instrucciones salían con poca energía y nada de firmeza. Probablemente, no era por la falta de ser necesitada lo que me hacía sentir así, era el agrio sabor de boca que tenía en mí desde que Ashton había decidido no dirigirme la palabra.

Reviví la escena mientras observaba los adornos azules brillar en todas partes; lo había buscado al regresar de unas buenas horas en el invernadero, toqué a su puerta, esperé pacientemente afuera creyendo que en cualquier momento saldría. No lo hizo, por el contrario, apagó las luces. Quería disculparme por mi reacción, había arruinado el bello ambiente que habíamos arreglado y anhelaba su perdón quizá más de lo que debería. Tampoco sabía cómo íbamos a conversar sin mencionar su propuesta; aún no le decía a mi madre.

—Princesa, ¿Considera apropiado rodar la alfombra roja para la llegada de la Reina Elizabeth? —preguntó Thomas, por tercera vez en la mañana.

—No, Thomas, al igual que las dos veces anteriores no lo considero apropiado ya que solo está regresando de Maredale.

Respondí con cansancio que no pasó desapercibido, sus ojos cafés rebuscaron una señal de sarcasmo.

—Disculpa- disculpe, —se corrigió al notar la presencia de sirvientes a nuestro alrededor—, su alteza, por la insistencia. Su majestad, el Rey Luke, desea que todo esté en orden para la llegada de su madre.

Luke demostró (con su atención a los detalles e inversión en perfeccionar el palacio) su claro interés en el regreso de mi madre. Después de todo, mi madre era la única líder que podía otorgarle verdadero conocimiento de valor a Luke- incluso a Ashton, pero no lo haría sin más. A comparación de mí, la gran Reina Elizabeth siempre tiene planes de reserva, analiza sus jugadas y pone las cartas sobre la mesa con toda la elegancia y autoridad que pueden existir en un solo ser humano.

Regnum. ✔️[DISPONIBLE EN FÍSICO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora