Regnum. ✔️[DISPONIBLE EN FÍSICO]

Capítulo 29

Tomé la carta con cuidado, en caso de que fuera una ilusión. Mis dedos rozaron las esquinas del delicado papel a mi disposición, se guiaron por la tentación y la abrieron.

"Amberly,

No puedo dormir. No creo hacerlo hasta tenerte de vuelta a mi lado.

Las pesadillas volvieron, las he tenido desde el baile en Gardestone, en ellas revivo esa noche una y otra vez. No me dejaban descansar, las lágrimas me despertaban a la mitad de la noche y era incapaz de cerrar los ojos hasta el amanecer... hasta que te vi. Te había visto antes, claro, pero esa noche que entraste a mi habitación volví a tener la pesadilla de siempre aún contigo dormida a centímetros de mí, esa vez, miré a mi lado y ahí estabas. Esa misma noche. Conmigo. Estar consciente de tu presencia con el caos rodeándonos me permitió dormir de nuevo, con el único temor de que mis pesadillas te alcanzaran a ti.

Ahora no estás, y siendo sincero, no sé por qué escribo esto. Supongo que tengo esperanza de que algún día lo leas.

O tal vez no.

Creo que no.

No.

-L"

Solté un suspiro. Abracé la carta a mi pecho como si fuera Luke, con la esperanza de transportarme a ese momento y estar a su lado. Desde el rabillo del ojo divisé otra con mi nombre en ella, al tomarla, salió otra y otra más. Dejé la carta pegada a mi pecho a un lado y decidí abrir las demás.

"Amberly,

Acabo de mandar una carta a Lauxwell con la esperanza de recuperarte y tenerte conmigo de nuevo.

Me di cuenta que no me importa el costo, tú lo vales todo. Ya sé lo que me dirás. Sé que estoy siendo egoísta, pero no me interesa nada más que verte sonreír de nuevo.

Nunca quise ser Rey, nunca debí serlo y aún así, el ver la dedicación y amor que tú posees para esto... no me deja otra opción más que intentar igualarte. Quiero que te sientas orgullosa, no sólo de mí, de nosotros. Me haces querer mejorar, ser una mejor persona, un mejor hombre que sea merecedor de ti. Espero tener la oportunidad de hacerlo.

No me rendiré, por ti no lo haría.

-L"

"Amberly,

Escribo esto a media noche. No tuve una pesadilla, todo lo contrario, tuve un sueño.

En él, sólo estabas tú. Sonriendo y riendo, siendo tú. Esto me hizo darme cuenta de lo perdida e irremediablemente enamorado que estoy de ti y de todo lo que eres. Te seguiría de rodillas y con los ojos cubiertos hasta el fin de los tiempos, si es que lo deseas. Sé que te he lastimado, sólo tú conoces cuánto, y me arrepiento cada vez que te extraño. Tu precioso corazón no lo merecía, aún no merece ser herido. Cierro los ojos con dolor al imaginar lo sola que te debes sentir.

Yo estoy acostumbrado a estarlo, pero de haber sabido que te sentirías de la misma forma, hubiera sido sincero. -Quiero- te imploro una segunda oportunidad, aún tenemos muchos bailes por delante.

Sigo escribiendo estas cartas con el paso de los días porque es la única forma de comunicarme contigo aunque en el fondo sé que no las puedes leer.