Eran las ocho en punto cuando llegó al aeropuerto.
Había quedado de verse con T'Challa a las ocho y media para tomar el vuelo a las diez, para así documentar sus maletas y si el tiempo alcanzaba, tal vez desayunar algo.
No podía describir la emoción que sentía, al fin iba a obtener tiempo con su novio, como lo había querido desde hace mucho. Sólo serían ellos, lejos de todo y de todos, disfrutando del otro.
Sería una semana en la cual podría olvidarse de la existencia de Ava y pensar que sólo era ellos dos, sin ninguna loca asomándose.
Dieron las ocho y media y T'Challa no llegaba.
Decidió sacar su teléfono para mandarle un mensaje, que sólo vio y no contestó.
Podría estar manejando, no había nada de que preocuparse.
Ocho y cuarenta.
Nada.
Ocho y cincuenta.
Nada.
Nueve.
Nada.
Nueve y diez.
Nada.
Treinta mensajes, quince llamadas perdidas que T'Challa vio y rechazó.
Tenía que llamar a alguien, quería llamar a alguien.
¿Quién sería la persona más indicada?
Natasha, ni siquiera se preocuparía en cómo estaba y lo sermonearía en vez de hacerlo sentir mejor.
Sam, sólo lo haría sentir peor.
Steve, trataría de consolarlo al principio pero después terminaría regañándolo.
Así que llamó a la única persona que sabía que no lo juzgaría.
Antoine.
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Se encontraba haciendo el desayuno cuando su teléfono sonó.
Miró el nombre del contacto extrañado, creía que había establecido una relación sólo profesional con él, pero bueno, podría ser por trabajo.
Así que contestó.
—¿Antoine?—La voz de Bucky sonaba casi quebrada, lo que lo hizo alarmarse.
—Sí, soy yo. ¿Qué necesitas?—Preguntó el francés, haciendo notar su preocupación.
—¿Puedo ir a tu casa a hablar contigo?—La voz de Barnes temblaba, lo que lo hacía pensar que no estaba bien.
—¿Dónde estás? Voy por ti.—Antoine dijo mientras apagaba la estufa y salía de su cocina.
—Estoy en el aeropuerto.—Explicó James, a lo que Antoine colgó, para tomar las llaves de su auto y salir.
