Capítulo 2.1.

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1 de noviembre.

Llevo las cicatrices marcadas en la memoria. Pueden desaparecer, lo sé, pero siguen ahí, insistentes, aferradas a mis recuerdos.

Y Daniel Blair forma parte de esas heridas cicatrizadas.

A pesar de que hoy se comportó de una manera amable, no puedo fiarme de él, no después de todas las bromas que he soportado por parte de su clan malvado. Quizás él no ha participado directamente, pero no hace nada por detenerlos... Y eso, lo convierte en una clase de cómplice, o ¿no?

Lo peor de esta situación es que me prestó su cazadora, y la he llevado puesta todo el día, lo que me hace sentir estúpida, muy muy estúpida, y me convierte en una traidora, o por lo menos así es como me llamó Carmen luego de verme simpatizar con él.

¿Desde cuándo Daniel es de su propiedad?

Bah, es increíble que siquiera esté escribiendo sobre él. Es decir, sé que dije que intentaría ser amable con todos ellos, pues así puedo irme en paz de este mundo, pero no es tan sencillo como creí. Hablar con Daniel fue el primer paso, aunque no estoy segura si podré continuar con este camino tan arriesgado.

Todo es tan confuso. Su actitud, sus cálidas sonrisas, y esa manera tan extraña de halagarme frente a Pamela. ¿No se supone que ellos están saliendo? Estoy segura de que hay una doble intención detrás de la amabilidad de Daniel.

Como sea, lo que más me interesa son mis hermanos. Lili, Edgar, mis dos pequeños angelitos. Mi única razón para seguir cuerda y con la frente en alto. Mis dos amores. 

Hoy mi padre estuvo sobrio y jugó con mis hermanos un rato, pero al caer la noche, volvió a desaparecer. Y de nuevo mi madre lloró creyendo que nadie la escuchaba. Ella aún cree que podemos ser una familia feliz y recuperar los años perdidos. Ella aún cree que mi padre es su valiente caballero de armadura plateada.

Mi padre. Ah, desperdicio de hombre y alma.  


Cuando la oscuridad venga [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora