Capítulo 10.1.

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6 de noviembre.

Hoy mi padre enloqueció por no saber en dónde están mis hermanos y mi madre. Me preguntó por ellos, pero le dije que no sabía nada. Por supuesto que no me creyó, por lo que fui víctima de su furia acumulada. 

No tuvo piedad de mí. 

Me abofeteó, me rasguñó, incluso hasta me pateó. Me dejó marcas y heridas por todo el cuerpo, las cuales duelen como si me fuese a incendiar. Tengo una herida en mi mejilla, hecha por un vidrio, que arde cada vez que lloro. Intento no hacerlo, pero es algo inevitable. 

No puedo parar de sollozar, a pesar de que ahora estoy a salvo en casa de Daniel. 

Se ha comportado tan amable y comprensivo. No sé cómo se lo podré agradecer. Además me permitió quedarme en su casa hasta que mi madre vuelva. Realmente no sé cuánto tiempo estaré aquí, ya que quizás mi familia nunca regrese. 

Tengo que pensar en alguna solución, ya que no puedo estar en casa de Daniel por otras siete semanas. Tiempo en el cual, todo terminará. 

Es extraño escribir todo ésto, pues desde la cama puedo escuchar la respiración agitada de Daniel en el baño. Me pregunto qué hago aquí. Debería de ser Pamela quien comparta la cama con él. No quiero entrometerme entre ellos. Sé que  están juntos y no lo puedo cambiar.  

Aunque siento un ligero cosquilleo en la columna cada vez que veo sus ojos.

***

Creí que nada interesante volvería a ocurrir hoy, pero me equivoqué. Cuando estaba dispuesta a contarle acerca de mi suicido, sus amigos invadieron el lugar. Dándome un perfecto pretexto para olvidar mi fugaz debilidad. 

Sin embargo, tuve que ocultarme en la bañera para que Pamela no me viera. No quería que otro drama de celos. Lo cual me provocó un enorme estrés, digo, estar encerrada en un baño oscuro no es la mejor de mis idea para pasar una noche, y menos después de haber vivido un día tan traumático. 

Estuve ahí casi por veinte minutos. Me sorprendí que hiciera aquéllo sólo para evitarle problemas a Daniel. Realmente me importa el chico, y no me gustaría ser una malagradecida con él. 

Como sea, tengo que dejar de escribir, me está observando y me pone nerviosa pensar que pueda llegar a leer mis pensamientos sobre él y su novia diabólica.

¡Me acaba de preguntar si he escrito algo sobre él!

***

Son las tres de la mañana. 

Me levanté a tomar otra aspirina para aliviar el dolor. Las costillas me duelen y las heridas arden. Me gustaría dormir y nunca despertar, así podría evitarme éstos dolores. Pero hay algo que me detiene. 

Mis hermanos. 

No he parado de pensar en ellos. Realmente estoy preocupada. Quiero escuchar sus voces, y que me digan cuánto me aman, éso es lo único que me da fuerzas para continuar, pero ahora que no están, todo se vuelve más difícil.

Sin embargo, Daniel siempre encuentra la manera de distraer mis agitados pensamientos.

Luego de terminar de escribir hace rato, me aprisionó contra la pared, lanzado chispas por todos mis nervios. Jamás habíamos estado tan próximos, y la idea aún me pone a arder. Su cuerpo es pesado, caliente y huele bien. 

Le pregunté si iba a besarme. Una parte de mí, esperaba que sí, pero la otra me decía que no fuera una zorra desgraciada. Por suerte él respondió que no. 

Mi mente es una enmarañada red de pensamientos. Todo me da vueltas, nada tiene sentido. 


Cuando la oscuridad venga [1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora