Capítulo 13

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Las tres adolescentes caminaban apresuradamente a través del patio central

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Las tres adolescentes caminaban apresuradamente a través del patio central. Cuando el sendero por el que transitaban se terminó, entraron al largo pasillo de las oficinas administrativas.

Todos los estudiantes, profesores, inspectores y guías debían estar afuera a esa hora para el acto inaugural del mauwěı.

Katherine presionó un botón que estaba al borde de una pared y las puertas de la salida principal se abrieron emitiendo un sonido casi inaudible. Madie y Sam siguieron a la rubia, trotando por el escarchado césped del jardín.

— ¿Creen que nos digan algo?—preguntó Madison, respirando con dificultad.

—No lo sé—respondió Samantha—. Tal vez no vayamos tan atrasadas.

Las esperanzas que tenían de escapar de una amonestación no eran muchas, pero aun así las chicas siguieron corriendo hasta que les ardieron las piernas y Madie declaró que ya no podía continuar.

—El cambio de clima me afectó—dijo. Luego estornudó repetidas veces y los ojos se le anegaron de lágrimas saladas. Se limpió la nariz con unos pañuelos que le habían dado en enfermería, mientras se acercaban a un grupo de personas que se encontraba cerca.

—Al menos estás mejor que Sebastian. —Sam elevó la comisura derecha de sus labios—. Ayer parecía un pollito... ¿Qué? Ya dejen de mirarme así. Oh, joder, son unas pesadas, mejor me voy. ¡Adiós!

La pelirroja giró sobre sus talones y se alejó agitando su cola de caballo con movimientos que emulaban los de un péndulo.

Madie y Kath rieron y caminaron en una dirección diferente, dirigiéndose hacia Jaitch, cuya esbelta figura se alzaba en medio de varios jóvenes que conversaban entre sí, ajenos a lo que él les decía. Al tenerlo de frente, ambas chicas le sonrieron de forma tímida y en un susurro se disculparon por la demora.

—Está bien. Ya están registradas en la lista. —El hombre las apuntó con un lápiz plateado—. Pero que no se vuelva a repetir, ¿De acuerdo?—Jaitch sonrió al ver los asentimientos de Katherine y Madison e instantes después bajó la vista al portafolios que sostenía con la mano diestra.

Una vez que estuvieron a cierta distancia del guía, Madison alzó una ceja y miró a Katherine con seriedad.

—Oye, Kath, ¿Hablabas en serio cuando estábamos con Sam?—le preguntó finalmente. La rubia se mordió los labios y desvió la mirada.

Durante el recreo del almuerzo había tenido una especie de debate pacífico—aunque algo acalorado—con la española, sobre un tema sensible para ambas y del cual cada una tenía su propia visión.

Todo comenzó cuando Sam les contó que podría visitar a sus padres la semana subsiguiente. Kath y Madie creyeron que su amiga estaba al borde de un ataque de felicidad, pues no paraba de dar brincos y aplaudir. Podrá parecer una reacción desmesurada, pero no era para menos considerando que no los veía desde el día en que fueron rescatados por una nave espacial distinta a la de ella, meses atrás.

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