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Metí el caramelo a mi boca. Lo mastiqué y el dulcino sabor no tardó en invadir mi paladar. Mmm. No sabía si me ayudaría a recordar todos los conceptos para la prueba, pero al menos estaba delicioso.
Todos entramos a la sala a pasos lentos. Creo que en realidad nadie quería rendir la evaluación.
Suspiré y como pocas veces tomé lugar en el primer nivel. 1) porque descubrí que arriba me distraía con mayor facilidad y 2) porque así existía la posibilidad de que el profesor Clayssón resolviera alguna de mis dudas. Sobre las preguntas, claro, aunque en el fondo albergaba la esperanza de que se apiadara de mi pobre alma atormentada.
Me gustaba biología y la forma en que el profe enseñaba. Por lo general nos dedicábamos más a la investigación que a las pruebas convencionales. Era bastante trabajo preparar un informe o presentación sobre temas de los que poseíamos solo conocimientos superficiales, básicos, pero valía la pena.
En cambio era un completo desastre en las pruebas. Durante clases creía entenderlo todo, desde procesos a conceptos. Y luego, en frente de la pantalla me quedaba en blanco, rogando recibir iluminación divina o algo parecido.
Esperaba que esta vez fuera diferente. Había repasado cada clase varias veces, hecho resúmenes, ayuda memoria e incluso acepté unirme a las rondas de preguntas que organizaba Susan. Descubrí que no eran tan aburridas como imaginaba y de hecho me resultaron bastante útiles.
—Pueden comenzar. Disponen hasta el final de la clase para terminar.
El profesor habló relajado, haciendo pausas notorias entre cada palabra. Luego se puso a hojear un libro distraídamente. Lo observé sintiendo envidia. ¿Por qué él podía disfrutar de una amena lectura mientras nosotros nos devanábamos los cesos?
« Concéntrate, Madie «
Sacudí la cabeza y decidí hacer caso a mi sabia voz interna. Fijé los ojos en la pantalla y tragué saliva, preparándome para la primera pregunta.
La materia que comprendía la prueba iba desde genoma humano hasta métodos de modificación genética. Divertido, interesante...complicado. Lo que más me costaba era memorizar los nombres y diferenciarlos entre sí.
Las preguntas, en gran medida, fueron de aplicación, lo cual no sé si me favoreció o fue para peor, pues se requería de un dominio del contenido sobre el rango normal y mucha intuición, además de sentido del descarte. Tres cosas que yo no estaba segura de tener, pero aún así hice mi mejor esfuerzo.
Di una última revisada y presioné "enviar" cruzando los dedos de las manos y pies.
Me puse a avanzar en unos ejercicios de física a la espera de que tocara el timbre de receso. En realidad no tenía idea de si me había ido bien o no tan mal—vale, admito que con aprobar me conformaba—, sin embargo, me sentía más aliviada que antes de entrar al aula, lo cual ya era mucho decir.
