Capítulo 18

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El adolescente se pasaba las manos por el pelo a cada un minuto

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El adolescente se pasaba las manos por el pelo a cada un minuto. Su rostro era dueño de una expresión de cansancio y ansiedad que lo hacían parecer de más edad, cuando en realidad solo tenía dieciocho años. Tragó hondo y se frotó el puente de la nariz sintiéndose impotente una vez más.

La espera le estaba resultando una verdadera tortura. ¿Por qué nadie se dignaba a darle información? Necesitaba saber que sucedía dentro de aquellas cuatro paredes, tener la certeza de que su novia se encontraba en perfectas condiciones.

Desvió la mirada hacia el suelo donde Madie, Sam y Sebastian dormían acurrucados uno junto al otro. Jaitch les había dicho que debían irse a descansar a sus dormitorios, pero ellos insistieron tanto en quedarse que el guía acabó accediendo.

Asher caminó por el pabellón sosteniendo entre sus dedos una taza humeante de infusión. Llevaba una cazadora sobre el uniforme, el cabello despeinado y unas oscuras ojeras se pronunciaban bajo sus ojos. Hace más de un día que no dormía y las consecuencias comenzaban a notarse.

—Ten.—el castaño extendió la taza a su mejor amigo. Él vaciló al agarrarla y requirió de toda su concentración para evitar que se le cayera. Dio un sorbo y el líquido descendió lentamente por su garganta.

—Gracias.—Su voz salió en un susurro—¿Estaba muy lleno el comedor?

Era una pregunta banal. En realidad a Mattew no podía importarle menos la cantidad de personas que había en el casino, pero fue lo primero que se le ocurrió.

—Normal.—Ash se arrellanó en la pequeña banca en que estaba sentado Matt. Luego guardó las manos en los bolsillos de su abrigo, dejando caer la cabeza en la pared detrás de su espalda—. ¿Hace mucho que duermen?

—Una hora, tal vez—respondió Mattew, emitiendo un pequeño bostezo. Asher bajó la barbilla y sus cejas se arrugaron.

—Quizá tú también deberías descansar un rato. Yo puedo despertarte si aparece algún doctor.

Matt realizó leves movimientos laterales con la cabeza. El sueño estaba implantado en cada parte de su cuerpo y, sin embargo, era incapaz de mantener los párpados cerrados por más de un minuto. ¿Qué pasaba si Ash se quedaba dormido? No, debía aguantar hasta el próximo día o semana; lo que fuese necesario.

Talló sus ojos en un vago intento por mantenerse despierto. Las imágenes de las últimas horas rodaban su mente en todo momento, difusas e incontrolables, como cubiertas por un velo de angustia demasiado oscuro, que no lo dejaba distinguir nada con nitidez. Todo era confuso y al examinar su forma de actuar durante los meses anteriores, se desconcertó al descubrir que poco a poco había perdido el control de su vida.

Las cosas se descarrilaron lentamente. El período de evaluaciones, los exámenes de Kath y un sinfín de otras situaciones comenzaron a saturarlo por todas partes. Sentado en aquella banca y con una taza a medio tomar entre sus manos, Matt se sentía en la bajada de una montaña rusa que no mostraba luces de elevarse.

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