Capítulo 28

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Narrador protagonista.

La verdadera guerra inició después del incendio de la residencia de los 21 elegidos. Recuerdo a la perfección la tarde en que Thomas llegó a una reunión del p.p.p. con las manos ensangrentadas, llorando porque le habían disparado a Louis. Matt llamó de inmediato a una ambulancia, mientras Sam y yo intentábamos frenar la sangre que emanaba desde el vientre del hombre. A pesar de nuestros esfuerzos, la ayuda profesional llegó demasiado tarde; en lugar de salvarlo, los paramédicos terminaron cargando el cadáver del viejo Louis hasta la ambulancia cuya sirena había dejado de sonar, ¿Para qué, de todas formas?

Los asesinatos fortuitos de distintos miembros de la entidad continuaron durante el resto del mes. A algunos ni siquiera alcancé a conocerlos muy bien, sin embargo, lamenté cada una de sus defunciones. Porque detrás de una muerte siempre hay dolor, existe una familia, un amigo, una pareja, un colega... alguien que sufre y es capaz de cualquier cosa por tener a su ser querido de vuelta.

Los que aún seguíamos vivos tuvimos que habituarnos a caminar por las calles de Nueva York con el constante miedo de recibir una bala; de ser tomados como rehenes; de ser apuñalados en un callejón oscuro, sin que nadie pudiera ayudarnos. Solía despertarme a medianoche con la respiración agitada y el pecho martillando debido a terribles pesadillas en que veía a Matt o Sebastian desplomados sobre el asfalto, a Sam siendo arrastrada por unos tipos feroces, y... Una vez fue tanta la angustia que sentí que me desperté con los ojos anegados de lágrimas.

Entraba en un parque. Los árboles lucían frondosos follajes que tapaban las luces del alumbrado público, el lugar estaba sumergido en una espesa capa de niebla. Yo intentaba distinguir algo del paisaje, pero había muy poca luz. Seguí un sendero sin saber a dónde me dirigía, caminé con la inseguridad carcomiendo mi mente y de pronto vi a un chico sentado en una banca. Pese a que su rostro no era visible desde mi posición, había algo en la forma de su cabello, en el largo de sus extremidades, que me hicieron pensar que lo conocía.

—Ash...

Me acerqué. Mi corazón se detuvo y caí de rodillas junto él, ahogando un grito. Sus ojos, sus ojos estaban abiertos de par en par con expresión vacía, un hilo de sangre fluía desde sus sienes. Agarré sus hombros y lo moví de un lado a otro, pero él no reaccionaba.

—¡No!

La amargura de ese horrible sueño me duró por días, ¿Y si era una premonición? La idea de perder a Asher me paralizaba. Tenía la certeza de que si algo llegaba a sucederle, si él llegaba a morir, yo no podría soportarlo.

Resulta increíble creer que incluso las cosas malas pueden conllevar algo bueno. Al final, la quemadura en la pierna de Sebastian sanó con el tiempo y, sobretodo, gracias a los cuidados ultra especiales de Sam. Nunca supe bien por qué se habían peleado, sin embargo, eso ya no importaba. Ahora ambos estaban en buenos términos, se la pasaban conversando, haciendo bromas, riendo. Lo cual traía muy cabreado a Michael y aunque intentara ocultarlo, su lenguaje corporal lo delataba. Marcadas arrugas surcaban su amplia frente cada vez que veía a Sebastian junto a Sam y sus labios se acoplaban en una sola línea tensa.

—Parece que Mickie está celoso—canturreó Matt en una ocasión. Sonreí dándole la razón.

Pero no todo era miel sobre hojuelas. Si bien su quemadura más grande logró mejorar, Sebastian tendría que pasar el resto de sus días con el meñique de su mano derecha salpicado de manchas negras, y lo que es peor, inmóvil. Intuí que algo andaba realmente mal cuando Sebastian me dijo que no sentía su dedo; luego, la médico que lo atendió confirmó mis sospechas al explicarnos que se trataba de una quemadura terciaria—el nivel más grave—, por lo cual, el tejido nervioso se había visto afectado.

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