Epílogo

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Narrador protagonista.

Dejé la camioneta estacionada debajo de un árbol. Apagué el motor y después de que mi acompañante descendiera del automóvil, bajé y puse el seguro a las puertas. Afuera el sol brillaba en lo alto de un cielo completamente celeste, en el aire se percibía una fragancia a flores, a césped recién cortado y a fruta fresca: la vida misma parecía llenar cada rincón del lugar. Era el día perfecto para una boda.

—¿Mami, mañana voy a poder bañarme en la piscina?

—Claro, Lizzy.—Tomé la manita de la pequeña. Ella dio brincos y a continuación salió disparada hacia el interior de la casa. Intenté seguirle el paso, pero estaba usando zapatos de tacón fino que me impedían caminar rápido. Desde mi posición alcancé a escuchar los gritos emocionados de la niña, seguidos del inconfundible sonido de cristal rompiéndose. Maldije por lo bajo. Acabábamos de llegar y esa chiquilla ya había causado un alboroto.

—Amanda Elizabeth.—Entré a la vivienda fingiendo estar muy molesta. La susodicha se ocultaba detrás de las piernas de una chica castaña quien al verme esbozó una sonrisa divertida—. Hola Jenny .—Deposité un casto beso sobre su mejilla—¿No has visto a una niña de 8 años por aquí?

Jennifer realizó movimientos de negación. Por el rabillo del ojo vi que Lizzy cubría su boca con la palma de sus manos, ahogando una risita.

—Es una lástima, justo necesitaba que alguien trajera unos girasoles para armar el ramo de la novia. —Suspiré—. Supongo que tendré que hacerlo yo misma-

—¡Yo voy! ¡Yo voy!

La niña corrió a la salida principal y se fue al jardín cerrando la puerta de un portazo. Reí. Por más que pasara el tiempo, Amanda seguía siendo tan traviesa como la primera vez que la vi jugando junto a los demás niños del orfanato. Ella tenía cuatro años, su hermoso cabello estaba peinado con unas trenzas y cintas, y el vestido celeste que llevaba puesto contrastaba con su piel morena, haciéndola resaltar. Recuerdo que al acercarme para verla mejor, sus grandes ojos cafés se encontraron con los míos y una sonrisa surcó sus labios, revelando unos pequeños dientes. Pasamos el resto de la tarde jugando y charlando sobre cualquier cosa.

El flechazo fue inmediato. Cuando terminó el horario de visitas, nos despedimos y yo le prometí volver. Los papeles de adopción tardaron más de lo que me hubiese gustado, pero al cabo de un par de meses toda la espera valió la pena. El día en que la recogí, Amanda corrió a mis brazos y me llamó "Mamá". Recuerdo que lloré al escucharla, sin embargo, fueron lágrimas de felicidad. La miré y ella secó mis ojos con sus deditos, entonces supe que de ahí en adelante no tendría más motivos para seguir sufriendo, finalmente dejaba atrás una etapa de mi vida marcada por el dolor y la confusión. Había encontrado mi razón de ser.

—No sé qué haría sin mi rayito de sol—expresé—¿Qué fue lo que rompió?

—Una mariposa de vidrio. —Jennifer rió—. No tiene importancia, sabes que Sebastian es un acumulador, tiene varias iguales.

Esgrimí una sonrisa dándole la razón a mi amiga, luego procedí a limpiar los restos del bello adorno de mesa que yacían desparramados sobre el suelo. Una vez hecho esto, Jennifer y yo fuimos a uno de los baños para retocar nuestros maquillajes.

—¿Y Matt?—Mientras aplicaba rímel sobre mis pestañas, observé a la castaña a través de la imagen que proyectaba el gran espejo del cuarto—¿Cómo han estado las cosas entre ustedes?

—Acompañó a Sebastian a buscar unas sillas—respondió Jenny. Después emitió un suspiro cargado de ensoñación—. Ay, cada día amo más a ese chico.

—Me alegro tanto. Al paso que van parece que muy pronto tendremos otra boda, ¿Eh?

La chica se ruborizó y negó repetidas veces, mostrándose incapaz de rebatir mi afirmación con palabras. Ella y Matt llevaban seis meses de un noviazgo feliz y tranquilo, no obstante, todos coincidíamos en que se estaban tomando el asunto con demasiada mesura.

Only The BraveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora