5☆Despertar

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—¡Jungkookie! —entró Taehyung como un vendaval.

Cerré tras de mí y pasé al salón que se encontraba vacío. No parecía que hubiera nadie en casa.

Tae se asomó desde el piso superior y me indicó que le siguiera. Caminamos hasta el final del pasillo, dio con los nudillos en la última puerta y aunque no recibió respuesta, abrió.

—¡Kook, te traigo una sorpresa!

—Joder, no ves que estoy hasta arriba, ¡lárgate!

—No me odies —me susurró Tae.

Me cogió por los hombros, me metió al cuarto y cerró dejándome allí.

Jungkook estaba sentado en un escritorio al otro lado de la habitación, me miró de reojo, chasqueó la lengua y me ignoró, como si no existiera, mi presencia le resultaba inocua.

No sabía qué hacer, así que me quedé quieta.

La incomodidad que sentía no impidió que me emocionara por estar entre esas cuatro paredes. Estaba en su habitación. Era sencilla, contaba con una cama de matrimonio en el centro de la estancia, un armario a mi espalda junto a otra puerta, y frente a mí un par de estanterías y el escritorio donde se encontraba él. Una única ventana a su izquierda daba la suficiente claridad como para poder estar sin luz artificial.

No tenía muchos adornos, pero contaba con un buen equipo de música y multitud de dibujos en las paredes. Nunca me había imaginado como sería, pero si lo hubiese hecho no sería así, la esperaba más oscura, diferente.

Su voz me despertó de mi sopor.

—¿Te vas a quedar ahí todo el día? —no estaba de buen humor, eso estaba claro.

Me acerqué a él sin saber donde ponerme, la única silla disponible estaba llena de apuntes y libros, al percatarse los cogió para dejarlos sobre la cama y la acercó hasta su lado.

Salvo ese pequeño detalle la habitación estaba limpia y recogida. Y olía realmente bien, era una mezcla de la brisa que entraba por la ventana abierta, a ropa limpia, y a su olor. Aquel aroma que no había sentido hasta el día anterior, era extraño y cálido a la vez, algo que no debería pegar, pero encajaba perfectamente, como un dulce picante.

Me senté intentando no mirarle directamente, estábamos demasiado cerca. Mi pulso volvía a estar a un ritmo desenfrenado.

Una vez escuché que el corazón tenía un número limitado de latidos, cuando estos llegaban a su fin, se detenía. Ese hombre provocaría mi muerte prematura.

—¿Sabes cómo va esto? —dijo señalando su ordenador.

—Es bastante sencillo —levantó una ceja, parecía que lo estaba llamando tonto —Lo dijeron en clase —intenté arreglarlo y la fastidié más, ya no solo me metía con su inteligencia, también le recriminaba sus faltas de asistencia. No había sido mi intención, no sabía dónde meterme.

—Pues vamos a ver, cerebrito, ilumíname.

Acerqué las manos a su teclado, estrechando el espacio entre nuestros cuerpos, tanto que podía sentir su calor. Tan solo esperaba que no notara como me temblaban las manos.

—Uh, pues sí que es fácil —dijo atento a la pantalla. Por suerte mi nerviosismo le pasaba desapercibido —¿Y cuándo hablaron de esto?

—La semana pasada —intentaba que no sonara mal —Esto tampoco lo sabrás.

Saqué mi portátil y le fui indicando todas las notas que el profesor nos había pasado.

Era extraño, a pesar de verle siempre en la facultad apenas asistía a ninguna clase. Lo sabía porque deberíamos coincidir en la mayoría de ellas.

Delirio [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora