Capítulo 4

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—Yana me gustas, no se por que pero desde que te miré me has cautivado —confiesa y yo no puedo pensar en otra cosa que solo en sus palabras resonando en mi cabeza, de seguro que mis mejillas han de estar del color de las cerezas pero el no quita sus ojos de los míos y sonríe. Me descoloca de una manera nada coherente, tal vez solo quiere jugar conmigo, sinceramente no sé que decir respecto a sus anteriores palabras de que me quiere conocer mejor y que le gusto.

—Yo, yo no sé que decir —le respondo a lo que Ancel se para frente a mi, levanta mi barbilla y pone su dedo índice en mis labios callando cualquier palabra que tenga que decir, lentamente se va acercando a mí. Los guardaespaldas de él desaparecen del lugar como por arte de magia solo somos él y yo, lo demás no importa.

—No tienes que decir nada Yana, comprendo que estas igual que yo de sorprendida pero sucedió solo te pido que te dejes llevar — Dice muy pegado a mis labios, puedo observar sus labios húmedos y rojos como si se hubiese pasado la punta de la lengua varias veces, paso mi mirada de sus labios a sus ojos, siento como me toma por las caderas y yo por impulso subo mis manos hasta su nuca. Meto los dedos entre las finas hebras de su cabellos, la sensación es exquisita su cabello es tan suave y el huele tan bien, aprieta su agarre en mis caderas y finalmente me besa.
Trato de seguirle el ritmo ya que soy inexperta en el tema, jamás había besado a alguien y que sea Ancel el primero en 'esto' me causa satisfacción, su sabor es a menta combinado con algún tipo de dulce.
Mantengo mis ojos cerrados ya que trato de disfrutar mi primer beso, a los pocos segundo nos separamos por falta de aire, da un pico en mis labios y solo sonrió.

—Me encantas Yana no se que me has hecho estos dos días que te he mirado solo he pensando en ti, creo que fue amor a primera vista, a ultima vista a cualquier vista por los siglos de los siglos —solo sonrió por que ha recitado unas estrofas de Vladimir Nabokov.

—Es muy pronto para definir algún tipo de atracción Ancel, ¿No lo crees? —él me observa con ímpetu para después dibujar una sonrisa en sus labios.

—No Yana, te equivocas existe la atracción y el amor a primera vista y creo que contigo me ha pasado en realidad tú eres como un jodido imán, que cada vez que estás cercas me jalas como si metal puro fueras  —Me dice tomándome de la mano y llevándome dentro de su mansión.

Abre las puertas dobles de caoba, hace un tipo de reverencia para que pase frente a él, doy un paso dentro de la enorme casa, el recibidor es bellísimo, todo es en color crema y dorado, unas grandes escaleras dobles de mármol que conectan al segundo piso están frente a nosotros. El barandal es de color dorado con decoraciones. Una enorme araña de cristal cuelga del techo, sinceramente estoy asombrada por tanta elegancia. Las paredes están adornadas por cuadros enormes de pinturas clásicas.
Ancel me toma de la mano nuevamente y me lleva al lado derecho de la casa, entramos a un gran comedor. Una enorme mesa de unas doce sillas en color caoba, ingresamos a la cocina que al instante me asombra es bellísima. Toda tapizada en mármol y granito en color blanco. Tiene una isla que sostiene la estufa eléctrica. Está cocina es el sueño de toda mujer incluyéndome. Las luces del techo son modernas que le dan un toque elegante, la nevera es enorme en color plata .

-—Toma asiento Yana por favor, ponte cómoda estás en tu casa —Ancel va hacia una enorme alacena y abre la puerta dentro hay muchas botellas de vino acomodadas perfectamente toma dos copas de cristal y saca una botella de vino.
Destapa la botella con un saca corchos sirve un poco de vino para mí y otro para él.

—No bebo Ancel —le digo a lo que se forma una sonrisa en sus labios.

—Esta será tu primera vez Yana, una no es ninguna —Dice a lo que asiento, tal vez tenga razón, tomo la copa entre mis dedos la muevo en círculo la bebida y huelo el líquido carmesí, como lo hacen en las películas que miraba de pequeña con papá y mamá, pruebo un sorbo. Es extraño el sabor, nada de mi agrado pero tampoco está tan peor.

Inocencia CorrompidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora