Henry había tardado en conciliar el sueño ese día, en realidad, hacía ya varias semanas en las que se le dificultaba hacerlo y despertaba con terribles dolores de cabeza que lo dejaban tirado en la cama por lo menos un día entero, para ese momento sus padres se encontraban preocupados y Nina también.
Esa noche en particular, estaba soñando con ella, la veía caminar en medio de un campo verde lleno de flores, cielos con nubes de colores cálidos, árboles de colores hermosos, frondosos y olorosos, con aberturas en los grandes troncos en forma de puertas.
No era la primera vez que la seguía en un sueño parecido, ella solía atravesar la corteza y dejarse caer como si se acabase de aventar de un paracaídas, era normal que Henry no se atreviera a seguirla más allá del prado con árboles, solía quedarse ahí recostado en medio de la paz y la tranquilidad hasta que ella volvía, no parecía verlo y si lo veía, entonces no lo tomaba en cuenta.
Pero ese día en particular, Nina no había caminado hacia ningún árbol, se encontraba sentada en medio del prado, con las piernas pegadas a su pecho y la cabeza escondida entre sus rodillas, parecía llorar o susurrar algo que provocaba que los vientos normalmente amistosos se hicieran turbulentos y los árboles con aberturas se moviesen e incluso se arrancaran de raíz.
—¿Nina? —no pudo evitar hablarle— ¿Nina qué pasa?
Ella levantó la cabeza con lentitud y lo miró horrorizada.
—¿Henry? ¿Qué haces aquí? —inquirió alterada— ¡Te descubrirán! ¡Debes irte!
—¿Quién me descubrirá? ¿Y descubrir qué?
—¡Vete de aquí!
Henry despertó de golpe, sintiendo en su corazón que nada de aquello había sido una mentira, miró a su alrededor con extrañeza y se levantó de la cama para ver las cortinas cerradas de Nina, pero con la luz encendida. Miró su celular, eran las tres de la mañana ¿por qué demonios estaría despierta? más importante aún, al tener las cortinas corridas, solo quería decir que sus padres estaban en casa, algo estaba pasando.
No lo dudó, colocó unos jeans y una camiseta y salió corriendo de su habitación, topándose con su padre quién lo miraba con el ceño fruncido.
—¿A dónde vas Henry? ¿Sabes qué hora es?
—Algo pasa con Nina.
—¿Nina? ¿Te marcó?
—No, solo lo sé —evadió a su padre y bajó las escaleras a todas prisas.
—¡Henry! ¡Henry no puedes meterte a casa de alguien solo por una corazonada! —le gritó su padre.
—¡Volveré en seguida!
—Por todos los dioses, esté chico irá a parar a la cárcel —dijo el señor Archer—, ¡Karen! ¡Tu hijo hará allanamiento de morada!
—¡Oh, de eso tan romántico para mi libro! —gritó la voz de la mujer desde algún sitio.
—¡Concéntrate mujer!
Henry no tocó a la puerta, sabía que nadie contestaría de todas formas, así que sacó la llave de repuesto que Nina siempre dejaba oculta entre los holanes del tapete que ella misma había hecho y que decía la extraña frase de: "¡No me pises, no eres bienvenido!", abrió la puerta y un olor a fármaco inundó sus fosas nasales y lo hizo cubrirse, caminó hasta la habitación de Nina y la abrió.
Era una imagen que jamás saldría de su cabeza.
En lugar de la cama y las cosas normales de chicas que simulaban una recámara típica de cualquier adolescente, había lo que parecía una enorme pecera de cristal, donde Nina permanecía hundida en una superficie de metal que la mantenía atada, posiblemente drogada ya que estaba calmada y en apariencia dormida, tenía conectados tantos cables que parecía mentira, era una forma muy particular de maltrato hacia un hijo.
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El misterio de los Sahas
Fiksi Umum¿Qué pensarían si les dijera que hay personas que pueden controlar a otras desde su interior? Extraño, ¿no? La realidad era que esas personas existían, eran capaces de entrar dentro de otros seres humanos y manipularlos para bien o para mal. Eran s...