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Henry en realidad no tenía intenciones de tener relaciones con ella en ese momento, pero parecía ser la única forma en la que Nina cedería a dejarlo entrar en su recamara y, por tanto, investigar un poco de lo que su madre le hacía y la forma en la que seguro la atormentaba.

—Lamento si está un poco desordenado —se sonrojó cuando entraron a su habitación, la cual era bastante normal.

—Mi recamara está mucho peor —argumentó, dando un vistazo a profundidad.

Una cama matrimonial, colores pastel, alfombras, pinturas, libros, nada fuera de lo común, no había algo que indicara que ella era maltratada, más bien, se denotaba que era una chica consentida en exceso por no tener la atención continua de sus padres, pero Henry sabía que a ella eso no le interesaba y parecía preferir cuando sus padres no estaban.

—Eh... ¿qué quieres hacer? ¿Tienes hambre?

—Sí, en realidad si tengo hambre.

—Lamento decirte que aquí solo hay comida vegana, ya lo sabes.

—Iremos a comprar algo entonces.

Nina asintió un par de veces, se calzó unos tenis diferentes y le tomó la mano a Henry para dirigirlo a la salida, notando lo mucho que observaba hacía todas partes.

—¿Estás buscando algo?

—No —se apuró a contestar— ¿por qué lo preguntas?

—Bueno, pareces ver detrás de cada puerta esperando encontrar algún tipo de cosa extraña —sonrió nerviosa—, te aseguro que no soy tan rara.

—Estoy acostumbrado a ello, solo estoy viendo, al fin de cuentas, solo me has invitado una vez a tu casa.

—Es verdad, lo siento, es que en tu casa el ambiente es mucho más familiar y amigable que una casa vacía.

Decidieron ir a pie al restaurante favorito de Nina, no era nada del otro mundo, servían pastas, pizza y un buen café, pero a ella le encantaba y Henry normalmente la complacía, estaban por entrar cuando de pronto un chico de cabello verdoso tomó la puerta al mismo tiempo que Henry lo hacía.

—Ah, el chico guapo de la escuela —dijo como si nada.

—¿Disculpa?

—¡Lorenzo! —sonrió Nina al reconocer al chico— ¡al fin volviste! ¡Te meterás en grandes problemas en la escuela!

—Sí, sí, ellos deben entender que yo soy artista, no estudiante.

—Un artista debe por lo menos saber hacer una suma —le echó en cara—, ¿has quedado aquí con Valentina?

—Sí —asomó su cabeza hacia Henry quién ya se distraía en el celular—, así que es verdad, es tu novio.

—Henry, él es mi mejor amigo, Lorenzo —sonrió Nina—. Lorenzo, él es Henry.

—Un placer chico guapo —Lorenzo abrió la puerta y pasó al restaurante.

—Lo mismo digo, creo —Henry miró extrañado hacia Nina quién solo se inclinó de hombros y se sentó en la mesa donde Lorenzo ya ordenaba.

—Dime Nina, ¿por qué te interesó?, digo, sé que está mono, pero nunca nadie te había llamado la atención de esa forma.

—¿Hablarás como si no estuviera aquí? —inquirió Henry.

—Ah, lo olvidaba ¿puedo hablar de ti mientras estás presente?

—No creo que haga ninguna diferencia si digo que no.

El misterio de los SahasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora