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Habían llegado a la casa de los Archer para la hora de la comida, Nina se encontraba familiarizada con la rutina así que no necesitó que se lo pidieran para que comenzara a poner la mesa mientras ayudaba a la madre de Henry con lo que faltaba de la comida, Henry había subido a su habitación a cambiarse la ropa y bajó solo cuando su madre lo llamó para que bajara a comer. Se sentó junto a su novia en la mesa y sonrió cuando ella hizo una cara graciosa para que se sirviera algo de ensalada.

—Así que han sido seleccionados para ir a Milán, eso es genial ¿no Karen?

—Por supuesto, me alegra saber que esas clases en Londres te sirvieron de algo Henry.

—Aún no sé si me dejarán ir —dijo Nina—, pero espero que mis padres firmen en el permiso.

—Seguro lo harán querida —el tema de los padres de Nina había demostrado ser ejemplar en dejar sin palabras a los Archer.

Cuando terminaron de comer, los padres de Henry subieron a seguir trabajando mientras que ellos arreglaban la cocina en medio de risas y aventones, normalmente cuando les dejaban esa tarea terminaban más mojados que los platos que lavaban.

—¿Qué te dijo el entrenador después de la práctica?

—Ah, quiere que mejore algunos movimientos.

—¿En serio? Yo creo que eres sorprendente con todos —frunció el ceño mientras secaba los platos y los guardaba.

—Es porque me ves demasiado genial —se acercó a ella sin dejar de enjuagar el vaso en sus manos y la besó.

—Mmm... no lo creo, deberías inventar una mejor mentira —suspiró al notar que Henry no se inmutaba—, me ha mandado mensaje Guiliano de nuevo ¿se puede saber por qué le pasaste mi número?

—Porque era demasiado enfadoso como para soportarlo —sonrió—, lo siento liten grå era eso o morir en una conversación eterna que prácticamente se basaba en pedirme tu número, llegó al punto hasta que se llegaba a poner creativo.

Nina dejó salir una risita y rodó los ojos

—No le presentaré a nadie más.

—Sería buena idea, pero justo debemos ir a una fiesta dada por él ¿será casualidad?

—Bueno, no debo de ir yo ¿o sí?

—Mmm... ¿eres mi novia?

—Pues sí.

—Entonces vienes.

—Agh, no quiero, Guiliano no me dejará en paz.

—Y si tú no vas, no me dejarán en paz a mí —se acercó a ella y la tomó por la cintura para acercarla— ¿Un pequeño sacrificio por mí?

Nina rodó los ojos.

—De verdad debí pensármela antes de meterme con un chico popular.

—Demasiado tarde —él la besó rápidamente y siguió con sus tareas.

Cuando terminaron y subieron a hacer sus deberes, solo fue cuestión de tiempo para que Nina se quedara completamente dormida en la alfombra de Henry, el muchacho sonrió cuando lo notó, la tomó en brazos y la subió a la cama, quitándole el libro que había usado como almohada. Ella se mostraba tan tranquila cuando estaba cerca de él, no ponía ninguna barrera para mostrar su interior que era cada vez más nítido para Henry aún sin intentar verlo, el alma de Nina parecía expuesta ante él, pero en sentido contrario, la chica podía asegurar que sentía que el interior de Henry era más una idea que una realidad.

Nina sabía que estaba soñado, pero nuevamente, esa chica estaba con ella, era hermosa, nadie se lo podría negar, su larga cabellera lustrosa brillaba bajo el sol, su piel blanca e impecable acompañada de esos ojos profundos la seguían por doquier, era una sombra poco amistosa que aparecía tan solo cerrar los ojos. Lo peor era cuando ella se encontraba en el mismo campo verde que Henry ya conocía tan bien, era su entrada particular a los homomund, pero eso no era lo peor, sino cuando volvía la cabeza a la hogareña casita hecha de madera, a la cual ni siquiera Henry había entrado.

El misterio de los SahasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora