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Nina guío a Henry por el homomund del deseo con total normalidad, de un momento a otro, sus pies dejaron de tocar el suelo y era como si comenzaran a subir una rampa que los llevaba hacia el cielo despejado que de pronto mostró una abertura, la cual atravesaron y se encontraron en el campo verde que Henry reconocía de sueños en los que veía a Nina meterse por medio de árboles a lo que ahora entendía como los homomund de los que ella tenía control.

Miró los árboles a su alrededor, ella controlaba por lo menos cuatro y hasta logró ver a lo lejos la casa que ella había mencionado anteriormente, pero no le dio tiempo ni de preguntar por ello puesto que rápidamente lo tomó de la mano y cerró los ojos, al abrirlos, volvieron a estar en el departamento desastroso de Sara Becker, con la misma muchacha inconsciente en el sofá y con la luz del día comenzando a infiltrarse por las ventanas.

-Despertará en un rato, debemos irnos.

Henry había notado durante todo el camino que Nina se encontraba molesta por algo, de hecho, era bastante obvio el por qué, pero no podía remediarlo, él tampoco sabía que era lo que pasaba.

-¿Cómo es tu interior Nina?

Ella tenía el codo en la ventana y su puño sostenía su cabeza pensante, lo miró.

-No creí que te interesara.

-Hasta ahora, a lo que entiendo todos tenemos un tipo "casa" dentro de nosotros, done nos sentimos cómodos y es nuestra esencia ¿se ve igual en todos los homomund?

-Al menos en los que yo he estado sí, la persona no cambia.

-Si hablamos de el homomund del recuerdo ¿Cómo sería?

-No sé, en el caso de Sara seguramente serían pinturas como las que la sombra arruinó, se estaba olvidando de sí misma, pero puede ser cualquier cosa y seguro que el estudio no lo era todo, solo vimos esa parte de ella porque es a la que yo tengo acceso.

-¿Por qué estás tan molesta?

-¡Porque tienes un potencial increíble para ayudar a las personas! -me dijo frustrada- ¡Y te alejas de ello!

Henry bajó de la camioneta con una sonrisa y le abrió la puerta, Nina bajó, cerró con fuerza la camioneta y lo miró, notando como las manos de su novio se pasaban suavemente por su cintura y la atraía en un beso que la distrajo de su mal humor, incluso logró subirla al capo de la camioneta, para tener un mejor acceso a sus labios.

-No sabemos qué tan bueno o malo sea eso -le dio otro beso en los labios y luego en su cuello-, ¿podemos dejarlo así?

Ella asistió y lo atrajo nuevamente a sus labios, notaba la barrera que Henry imponía para no dejarla entrar en él, pero justo en ese momento lo agradeció, puesto que no deseaba saber nada más de los dones de su novio, solo quería sentir lo que era besarlo y dejarlo provocar que su corazón, su cabeza y su estómago se confabularan para hacerla sentir enamorada de él.

-Deberíamos dormir, seguro nos quedan solo dos horas antes de tener que ir a la escuela.

-Hoy entramos a las diez, no seas dramático.

Se tomaron de la mano y saludaron al portero quien negaba hacia la pareja que había salido a altas horas de la noche, Nina titubeó un segundo al llegar al hall donde normalmente se separaban para ir a sus propias casas, pero en esa ocasión se abrazó a Henry y dejó que la condujera de regreso con los Archer, alejándola de la fría y sobrecogedora soledad que siempre representaba su hogar.

Henry jamás se imaginó que cuando entraran a su casa, sus padres estarían despiertos y lo suficientemente enojados como para estarlos esperando sentados en la mesa de la cocina.

El misterio de los SahasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora