Llevaban tres días en Milán, pero era más un encierro que un paseo, habían ido ahí por deporte y la concentración era vital para ganar, solían entrenar la mayor parte del tiempo, comer, tener partidos y dormir tranquilo si pasabas a las siguientes rondas, hasta el momento, todos los florentinos habían pasado con éxito sus encuentros, lo único que Nina había encontrado como algo malo sería que tenía que compartir habitación de hotel con una de las chicas de esgrima, quienes mayormente eran amigas de Josephine y eso era un dolor de cabeza, aunque debía agradecer al universo por no ponerla en conjunto con la mismísima Josephine, porque si no se hubiera desatado una verdadera guerra.
Daba gracias de que nadie regresara con energías como para molestarse y no era como que tuvieras el tiempo para hacer algo, además, Henry iba con ella todo el tiempo a dejarla a su habitación, era una forma muy sutil de hacerles entender a esas chicas que Nina no estaba sola y si se metían con ella seguramente tendían a cuatro chicos contra ellas.
—Buenos días —saludó alegremente al llegar al restaurante del hotel, besó los labios de Henry y se sentó a su lado en la mesa— ¿Cómo les ha ido?
—Tenemos partidos todo el día —se quejó Piero—, pensaba que esto sería más divertido.
—¿Esperabas que estar aquí significaba poderte ir de parranda? —se burló Giovanny.
—¡Por lo menos!
Todos rodaron los ojos, prácticamente ese era el único momento del día donde podían estar juntos, las horas siguientes se dividían en femenil y varonil, tenían los partidos a horarios distintos y cuando no estaban participando, iban a animarse los unos a los otros, pero no era lo mismo verlos desde unas gradas a estar charlando con ellos, Nina pensaba que era especialmente difícil con Henry, quién seguro llegaba a una etapa avanzada de las finales y ella estaba por las mismas.
—¿Qué pasa? —le tomó la mano por debajo de la mesa mientras los demás chicos seguían discutiendo por un pedazo de bollo— ¿Por qué estás tan seria? ¿Te molesto Lola en el dormitorio?
—Lola sigue dormida —neguó—, tiene partido más tarde.
—¿Entonces? ¿Volviste a dormir mal?
—Eso ya es una costumbre.
—Has soñado con...
—¡Archer! ¿Qué haces? Tienes el primer partido del día —gritó el entrenador de los chicos—, ¡A la camioneta todos!
—¡Sí entrenador! — el resto de los amigos de Henry se pusieron en pie, pero él solo rodó los ojos y le dio un beso a su novia como despedida.
—Te iré a ver ¿vale? Mándame tu horario.
Henry asintió y se marchó.Nina se enterró en la silla y cerró los ojos, tenía que irse a su propio partido, pero la entrenadora y el resto de las chicas de su equipo aún no bajaban, pero notó como varios chicos de otras partes de Italia bajaban con sus camisas personalizadas de sus selecciones y tomaban el desayuno en medio de discusiones. La chica los miraba atentamente, los italianos eran personas guapas, sofisticadas y gritonas, todos eran alegres y solían reír, pero en ese momento, era más bien una zona de concentración, todos querían clasificar para ir al concurso de esgrima mundial, categoría juvenil.
—¡Slora! —sonrió la entrenadora—, me alegra que por lo menos haya una chica plenamente comprometida, mira que maquillarse solo para sudar bajo una careta no es mi idea de una profesional en esgrima.
Nina asintió y le dio la razón, pero ¿quién era ella para juzgar? Tenía el cabello gris y se vestía lo suficientemente llamativo como para no tener voz en aquella discusión.

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El misterio de los Sahas
Ficción General¿Qué pensarían si les dijera que hay personas que pueden controlar a otras desde su interior? Extraño, ¿no? La realidad era que esas personas existían, eran capaces de entrar dentro de otros seres humanos y manipularlos para bien o para mal. Eran s...