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Niñas, hola! Perdonen pero es que tengo exámenes en estos días y no tengo ni tiempo por el trabajo también:)

-¡Sí amigos! -gritó Piero- ¡Nos vamos a Milán!

Nina recién se quitaba su traje de esgrima y miraba al amigo de su novio con una sonrisa, junto a ella caminaba una alegre Edith, quién se había convertido en novia del chico unas semanas después de que ella los presentara y de eso hacían dos meses, la llegada de Edith proporcionaba una amiga a la cual podía recurrir cuando iban a fiestas juntos, también estaba la de Giovanny, pero ella era más del tipo "celosa no me separaré de ti", entonces solían estar solo Edith y ella, ocasionalmente Valentina y Lorenzo, pero ellos eran demasiado dispersos.

-Me alegra que calificaras cariño -dijo dulcemente Edith, acercándose el cuerpo de su novio.

-¡Sí! Ahora ¿Cómo haremos para que tú vayas?

-Piero, yo no puedo ir ahí ¿Dónde me quedaría?

-Conmigo obviamente.

-Olvídalo Piero -dijo Guiliano-, estarás compartiendo habitación conmigo.

-Maldición, es verdad -miró a su novia-, es una lástima.

-Está bien Piero, no tenemos que estar todo el tiempo juntos -sonrió la joven.

-¿En serio? -Piero frunció el ceño- ¿Qué me dices de esos dos?

Todos volcaron la vista hacia Giovanny y su novia, Lucía, la cual parecía aferrada al cuerpo del chico mientras discutían por algo nuevo que se le habría ocurrido a ella.

-Es más del tipo novia destructiva ¿no creen? -dijo Guiliano-, si consigo novia prefiero que sea por la guía de Nina.

-Olvídalo Guiliano, lo intenté dos veces, te acostaste con ellas y no les hablaste de nuevo -dijo enojada.

-Vamos Nina, una última oportunidad -juntó sus manos en plegaria.

-No -le volteó la cara.

-A todo esto ¿Dónde está Henry? -preguntó Edith.

-Se tuvo que quedar con la entrenadora -dijo Nina-, me dijo que lo esperara en la camioneta, pero no soy un perro, así que esperaba que alguno de ustedes me puede llevar de regreso a casa.

-¡Yo te llevo! -se ofreció Guiliano-, de paso invitas a esa bonita chica que parece japonesa...

-No lo haré, has pedido mi respeto.

-¡Oh vamos grisi!

-¡No!

Henry miró a lo lejos como su novia se marchaba junto con Guiliano, mejor, necesitaba hacer algo y prefería que ella no se diera cuenta de ello, así que esperó pacientemente a que Josephine saliera de las duchas de mujeres y se acercó decididamente a ella.

-¿Henry? -lo miró de arriba abajo- ¿Qué quieres?

-Necesito hablar contigo, ¿tienes tiempo?

La chica miró rápidamente a sus amigas, quienes solo sonrieron y se marcharon para dejarlos solos, Josephine parecía satisfecha, con los brazos cruzados y su largo cabello moviéndose en exceso al caminar, claramente coqueteando con él.

-No necesitaba tus clases al final de cuentas ¿has visto? -sonrió-, he pasado las pruebas.

-Sí, felicidades -dijo un poco distraído.

-¿Qué quieres Henry? -sonrió-, sé que no has venido a mí solo porque te gusto ¿o sí?

-Bien, vayamos al grano -asintió- ¿Recuerdas el día que estuviste en mi casa?

El misterio de los SahasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora