El misterio de los Sahas

28

Henry miraba hacia todos lados, buscando a su novia quién no había llegado en cuanto el partido terminó, lo cual era extraordinariamente raro, Nina era una persona sumamente entusiasta, solía ponerse feliz con las cosas buenas que le pasaban a los demás, sobre todo cuando se trataba de él.

—¿Buscabas algo Henry?

—Eliza —dijo con enojo— ¿Qué hiciste?

—Nada, solo charlé un poco y parece que a Nina la dejó un poco descolocada, pensé que al ser ella "tan cercana a ti" ya lo sabría.

—¡Maldición Eliza! —se enojó Henry, llamando la atención de varios chicos que pasaban por ahí para felicitarlo— ¡Maldita sea!

—Tranquilo Henry, pensaría que estás enojado.

—¿Dónde está? —regresó una mirada agresiva.

—No lo sé —sonrió—, pero supongo que intentará averiguar por qué los potem que ha conocido evitan decirle a ella.

—Haré que en verdad te explote la cabeza si ella piensa algo que no es.

—¿Qué no es Henry? Es la verdad, no quieres decirle.

—¡Sabes que no lo tengo permitido, carajo!

—¿En serio? —dijo inocente—, supongo que no lo sabía.

Henry estaba a punto de provocarle un derrame mental, pero le pareció ver una cabellera gris pasar por el rabillo de su ojo y no se equivocaba, Nina estaba ahí, sonriendo y animando al resto de los chicos que estaban a punto de participar por equipos.

—¡Nina! —Henry se acercó a su novia— ¿Dónde estabas?

—Fui a comprarte esto —le entregó su bebida energizante favorita— ¿Por qué?

—Nada —la abrazó.

—¿Sucede algo sahaspotem? —le dijo al oído.

Henry la alejó rápidamente y la miró a los ojos.

—¿Qué?

—Me lo dijo Eliza —elevó una ceja—, me vas a decir absolutamente todo al regresar al hotel.

—Sería mejor que no lo supieras.

—Si no me lo dices tú, averiguaré la forma de saberlo.

—Nina —la tomó de los hombros—, es peligroso.

—No me importa Henry, no eres el único que me ha mentido con eso —dijo con el ceño fruncido— ¿no piensas que soy de confianza?

—Claro que sí —la abrazó—, pero te quiero demasiado para meterte en esto.

—¿Me quieres demasiado como para no decirme una parte de tu vida? Más bien, toda tu vida.

—Nina...

—¡Archer! —gritó el entrenador— ¡Con el masajista, una ducha y sales! ¡Luego tendrás tiempo para romances!

Henry asintió hacia su entrenador y miró a Nina.

—Por favor, espérame.

—No me iré a ningún lado.

—Y no hables más con Eliza, ni siquiera te le acerques.

—Solo si prometes que me dirás.

—Sí, lo prometo, pero tú también promete que no hablarás con ella.

Nina lo miró mal, pero suspiró.

—Está bien.

—Gracias —la besó—, hablaremos de eso ¿vale?